Solo una satírica, triste historia de amor (1/1)

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Notas: Ayy que lo pasé bien escribiendo esta historia jaja Es una cosita media chistosa, un intento de comedia negra (intento). Los protagonistas son mi dulce Gaspar e Ián (personaje propiedad de ZomBelGress), así que véanlo como un ArgChi con otros personajes! La historia está escrita en escenas y son dos escenas narradas desde el punto de vista de Gaspar y dos de Ián, se van turnando. Hay harto smut y cosas locas lol ¡Disfruten a los tóxicos!

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 01.

"Gaspar Echaurren Faud tenés el nombre más cheto que escuché en la vida y yo me llamo Ián Follert Unzué" fue la frase con la que la vida de Gaspar tomaría un rumbo desafortunado. Para ese entonces él no lo sabía y continuó sin saberlo durante mucho tiempo. Si pudiera hacer memoria e intentar tener algún recuerdo del verdadero comienzo, pasaría por alto un montón de detalles más. La música sonando fuerte allá afuera, en la inmensidad de la casa de Ián, expandiéndose por el jardín vasto y por las habitaciones extensas; las gritos de la Olivia, sacándoles en cara a ambos abandonarla en la fiesta de cumpleaños que no era su fiesta de cumpleaños con todos esos tipos que ella no había invitado; el olor de la habitación de Ián, a marihuana poco ventilada. Acompañarlo a su cuarto no había sido planeado ¡y si lo hubiese sido sería el peor estratega del mundo! Ián olía a trago, a cigarro y tenía la frente transpirada, las manos pegajosas. ¿Vamos a conversar a mi pieza y me cuentas de tu viaje a Chile? ¿Por qué quisiera saber de mi viaje a Chile en medio de su cumpleaños, a las 3 de la mañana? Gaspar le encontró el sentido a esa pregunta, de una manera u otra. Olivia no con seguridad, por eso los miró así, con esa cara suya, con sus cejas arrugadas y con sus brazos cruzados, hasta que subieron la escalera y se perdieron en el segundo piso.

Pero entonces Ián hizo ese comentario tonto sobre su nombre cuico, que no tenía razón de ser porque Ián era tanto o más cuico que él, pero a Gaspar le dio lo mismo y se sentaron juntos ahí, en la cama de Ián, con la cercanía que se profesaban siempre porque eran mejores amigos desde que Gaspar había llegado a Argentina hace 5 años e Ián vivía en la suya y, ¿cuántas veces no habían compartido hasta la cama? ¿Cuántas veces Gaspar no había pillado a Ián mirándolo así, como lo estaba mirando entonces, con esa misma expresión, con ese mismo fuego en los ojos? ¿Cuántas veces no le había puesto las manos en las piernas así?

Ián era Ián. Hetero. Encachado. MUY encachado. Guapo. Rubio, alto, de ojos verdes. Como su papá, que era hijo de alemanes. Como su abuelo, en verdad. Imponente. Pero era hetero y Gaspar había tenido que aprender a controlar sus latidos estando cerca de él y cinco años de práctica lo habían hecho fenomenal, así que solo amigos, solo amigos, mejores amigos, por supuesto, por eso cuando Ián, borracho y con la lengua trabada, le puso la mano en el muslo y le acarició con presión Gaspar no se sobresaltó más de la cuenta. Al Ián le gustaba hueviar, él era así. Así lo quería Gaspar, también la Olivia, por eso se juntaban los tres.

— Pero bacán, algún día, tenemos que ir los tres, con la Oli, a recorrer la Carretera Austral. En verdad.

Con mucha probabilidad, eso de que le contara su viaje a Chile fue una excusa. Quizá Ián ni siquiera escuchó su propuesta de ir los tres de viaje a la Carretera Austral. Ciertamente, es el único recuerdo que Gaspar guarda de la conversación que estaba supuesta a ser. A Ián le daba un poquito lo mismo, se ha ido imaginando luego. Nunca le contestó. No con palabras, al menos.

¿Cuántas veces se le pasó por la cabeza darle un beso a Ián, mirando su boca mientras hablaba, mientras se reía, mientras le sonreía? El de la iniciativa siempre era él. Pero el día en que su vida tomó ese caminito equivocado, los papeles se intercambiaron e Ián sabía a trago, ácido y amargo también por los varios cigarros que había quemado entre sus dedos y lo besó primero torpe y atolondrado por el peso del sueño y del licor, apretándole la nuca con una mano y la pierna con la otra y cuando se separó, Gaspar lo miró sonreír con esa sonrisa suya no más, esa sonrisa que la Olivia siempre dijo que era una sonrisita de psicópata de mierda y Gaspar debió haber sentido miedo y debió haber dicho no. No sonrió, por supuesto, porque le había dado un beso su mejor amigo hetero.

Con el Correr del Tiempo || ArgChi || [Múltiples Universos]Where stories live. Discover now