Capítulo I

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-¿Ha llamado tu hermano?

Tears negó con la cabeza y le dio una nueva cucharada de papilla al regordete bebé que pataleaba en la trona. Mientras, su madre, retocaba sus uñas con una lima importada de Alemania.

-¿Crees que volverá pronto? - preguntó Tears.

Babe se encogió de hombros. La calma que se respiraba en el hogar de los Capobianco era casi sagrada. Tears había dado a luz a un varón de casi cuatro kilos, Sky se había marchado a Las Vegas con Nick Reynolds y Jack Golding se encargaba de dirigir junto a Babe el imperio Capobianco. Las cosas comenzaban a ir bien para la mayor Familia de Nueva York. Bueno, casi bien. Solo faltaba él.

-Henry no volverá hasta que se sienta fuerte de nuevo – murmuró Babe más para sí misma más que como conversación con Tears.

-Al menos podría venir a ver a su sobrino, ya tiene seis meses – la voz de su hija estaba tintada de rencor -. Prometió ayudarme.

-Sí, ya, ¿y desde cuando las promesas de tu hermano son válidas? Además, sabes que yo cuido muchísimo mejor de este angelito.

Le hizo un par de pucheros al bebé des del sillón en el que estaba sentada y este se llevó las manos a la boca con una sonrisa.

-No me gusta lo que dicen por ahí de él – Tears se levantó y se apartó un mechón suelto de pelo que se había escapado del moño.

-¿Qué dicen? No, enserio, no me mires así, no tengo la menor idea. Prácticamente no me relaciono con nadie que pueda darme ese tipo de chismes aunque me encantaría oírlos.

-Mamá, lo sabes perfectamente. ¿Hay alguien que no lo sepa?

El nuevo hobbie de Hell Capobianco había hecho saltar de boca en boca su nombre por todos los focos de peleas clandestinas desde América hasta Asia pasando por Europa. El boxeo era un trabajo muy bien remunerado si uno sabía cómo aprovecharlo. Hell lo hacía a la perfección. Partirles la cara a todos y cada uno de sus contrincantes no era algo muy común en alguien tan joven. Mucho menos cargarse a la mayoría.

-¿Vas a ir a decirle que pegarse con otros niños no está bien? - preguntó Babe con una sonrisa irónica.

-¡Se supone que tú deberías opinar lo mismo que yo! ¡Puede matarse!

Babe miró a su nieto como si dijese “¿ves las tonterías que dice tu madre?”.

-También puede matarse en una carrera de coches, en un tiroteo en Chinatown por una de sus putas o de una sobredosis de coca. No pienso preocuparme por Henry, cielo, él ya es mayorcito para cuidarse solo. Además, me gusta eso del boxeo. Tu padre también era muy aficionado.

-¿Papá? - en el rostro de Tears se dibujó una mueca de asombro.

Siempre había pensado que DD era alguien más propenso a enviar a alguien a que solucionase sus conflictos a que los solucionase él mismo.

Éxtasis (Saga Adrenalina II)Where stories live. Discover now