Capítulo XXII

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Kiara tenía las cosas muy claras. Jamás podría descansar tranquila si primero no quitaba de su camino un par de obstáculos. Esos eran su padre adoptivo y la familia Capobianco. No quería pensar en la posibilidad de deshacerse de Hell también, era demasiado importante. Sin embargo lo haría si descubría que la estaba engañando. ¿Dónde diantres se había metido?

Al volver al club de Mamá Rosa para despedirse, Yvonne le dio la catastrófica noticia. Kiara no supo como reaccionar al principio. Se quedó muy quieta frente al ascensor y se tapó la boca con la mano. Tenía que ser una broma.

-Es culpa mía. No, no, no, es culpa mía – susurró sin poder siquiera llorar.

Tragó saliva con fuerza. Iba a morirse. Si Hell moría ella iría detrás con él. Se sentía tan estúpida ahora. Una simple nota habría bastado para que se quedase quietecito. Y las condiciones en las que había salido del local según Yvonne no hacían más que empeorar la situación.

-Éxtasis líquido. Hell debió saber que alguien como él no puede conducir con semejante cantidad de...

-¿A qué te refieres?

-Sus dosis son mucho más altas, por supuesto. El límite de tolerancia de cada persona es diferente. Si le sirviéramos a Hell lo que se le sirve a la mayoría de los clientes, nunca estaría colocado.

Kiara le quitó el móvil de los pantalones de sus vaqueros y marcó con rapidez el número del hospital, que estaba memorizado por haber llamado Yvonne con anterioridad.

-No te lo van a coger – advirtió -. Tiene las llamadas restringidas.

¿Ah, sí? No había problema. Se presentaría en persona.

-No puedes hacer eso. Oye, Kiara, espera un par de días a que...

-Somos pareja. Tengo todo el derecho a visitarlo. Incluso a tirármelo en la cama de ese hospital.

Yvonne rio y alzó las manos. "Has ganado, Capaldi", pareció decir. ¿Realmente eran pareja? Por unos instantes se sintió confusa. No sabía qué eran. Hell no acostumbraba a definir nada y en parte le gustaba, pero causaba problemas como aquel. ¿Cómo iba a presentarse delante de Babe y sus hermanas? "Hola, soy la novia de su hijo. Sí, la hija del tío que asesinó a su marido. Pero, tranquila, no haré lo mismo con Hell."

-Solo no quiero que te metas en líos, ¿de acuerdo? Ten cuidado.

Kiara sonrió. ¿Líos? Para nada. Le dio un gran abrazo. Esperaba que no le guardase rencor por la vez que casi la asfixia; las rubias podían llegar a ser muy rencorosas, algo que había aprendido con el tiempo.

Llegar al hospital no fue complicado. Lo fue poder entrar. Al ser una institución privada, no había forma de colarse ni de sobornar a nadie. Ni los encantos naturales de una mujer servían allí. Y eso que Kiara se había arreglado especialmente para la ocasión.

-En teoría soy familiar – dijo con una sonrisa encantadora.

-"Novia" no implica ningún parentesco.

-¿Estar casados implicaría alguna diferencia?

La enfermera en la recepción asintió con vehemencia.

-Totalmente.

Kiara se pasó la lengua por el labio inferior, disgustada. Empezó a llorar, desconsolada. Algunos de los pacientes que entraban al hall la miraban con pena y cuchicheaban sobre cómo era de cruel aquella enfermera.

-¡Estoy muy preocupada! - sollozó Kiara – Estamos prometidos, vamos a casarnos en un mes y ahora me encuentro con esto... Su familia no me quiere, ¿sabe? Me odian. ¿Es que usted no tiene una suegra desquiciada?

Éxtasis (Saga Adrenalina II)Where stories live. Discover now