Capítulo XXIV

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-Y entonces el lobo le dijo a Caperucita, "¿Por qué no hacemos una carrera? Yo iré por este camino más largo, y tú por este más corto." Pero el lobo era un cabrón de mierda y solo quería engañar a la niña para comerse a la abuela. Y lo consiguió. Y así, DD, es como funciona el mundo. Pero tranquilo, aquí está tu tío para defenderte un par de años más. Antes de morirme pienso asegurarme de que romperás huesos antes de que te los rompan a ti.

Su sobrino no entendía la mitad de las palabras que estaba diciendo, pero intentaba mantenerse despierto aferrado al cuello de su camiseta. Hell lo había tomado en brazos y se revolvía mientras leía. Tears insistía en que debían leerle cuentos al niño, aunque a ni al tío ni al sobrino les gustasen.

-Bueno, ya hemos hecho el trabajo por hoy – dijo Hell sonriendo -. A la cama.

DD Junior negó y amenazó con llorar de un momento a otro. Enarcó una ceja.

-¿Me vas a chantajear a mí? ¿Estás seguro de querer hacer eso? Puede que con la abuela funcione pero yo soy mucho más duro.

Se tuvo que tragar sus propias palabras cuando, efectivamente, el niño lo chantajeó y se quedó justo donde estaba mientras jugaba a la play. Era demasiado pequeño para manejar los mandos; cuando creciese un poco no iba a hacer otra cosa puesto que a DD parecía interesarle más Call of Duty que cualquier cuento infantil antes de irse a la cama

Alrededor de las doce, ambos se quedaron fritos. Fue algo inconsciente. Hell estaba tan saturado que su mente no pudo hacer más que mandarlo a dormir. Lo mismo ocurrió con su sobrino.

A un par de metros de la habitación de Hell, se encontraba Sky reposando, medio drogada por los calmantes. Babe estaba bajo con Jack, Taylor y más gente importante de la Familia. Nick Reynolds, el marido de Sky, también había llegado de Las Vegas hacía un par de horas con varios de sus hombres; estaba muy enfadado por lo ocurrido. Incluso Tears había asistido a la reunión. Hell no quería saber nada del tema de los Capaldi.

"He elegido. No me pidas ahora que hurgue en la herida", le había dicho a su madre.

De modo que se había quedado al cuidado del pequeño de la familia y la verdad es que no estaba nada mal. Era sencillo obviar las cosas una vez se dejaba todo aquel estúpido mundo fuera de la habitación. En la habitación de tío Hell todo era cojonudo.

-Vamos, enano, a la cama – dijo con el pequeño en brazos.

La idea era llevarlo a su cuarto, pero después recordó que lo más probable (o lo más normal al menos) era que aquella noche DD tuviese pesadillas. Así que lo acostó en el lado derecho de la cama, arrimó un par de sillas para asegurarse de que no caería al rodar, y lo arropó.

Las vistas des del balcón eran de todo menos agradables. Había un gran movimiento aquella noche debido al ataque indiscriminado de los Capaldi. Furgonetas que salían y entraban, camiones, motos y guardias apostados en todo el perímetro de la finca. Hell sacó un cigarrillo y se lo fumó con lentitud.

Tenía que conseguir contactar con Kiara. Un solo minuto le bastaría, y sería lo que tardaría en colgarle mientras lo insultaba y deseaba que muriese y se pudriese en el infierno. Eso era lo que pasaría. Y tenía que ser por teléfono porque si la veía en persona no sería capaz. Ya había tomado una decisión, tal vez errónea, como lo había sido la última vez. Pero su madre tenía razón. Había perdido a su padre por Kiara, su cordura, su tranquilidad y su seguridad. Había dejado de ser Hell Capobianco por Kiara y había sido solo Henry. Eso no podía ser.

Pensó, nervioso, en que a lo mejor su Familia tenía razón. Le habían dado una especie de "charla" y no le había gustado el tono que había acabado adquiriendo. Era sobre su problema con las drogas, y lo tenía. Ni siquiera se quedó a escucharlos.

Éxtasis (Saga Adrenalina II)Where stories live. Discover now