Capítulo XVII

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-Esto es una locura.

Hell la miró. Se había desabrochado los primeros botones de la camisa y respiraba entrecortadamente.

-Sí, Kiara. Es una locura.

Estaban sentados en uno de los reservados del club de Mamá Rosa y se escuchaba el sonido de copas y escobas; faltaban un par de horas para iniciar la noche.

-Tenemos que cargárnoslo.

-¿Qué?

Hell volvió a mirarla, esta vez confuso. Le daban pánico ese tipo de comentarios viniendo de la niñata.

-No, preciosa. "Tengo" que cargármelo. Tú no harás nada.

Vio que sus cejas se arqueaban casi de forma imperceptible, pero enseguida volvieron a su posición neutral. Estaba pensando algo y no le gustaba no ser partícipe. En general, Hell sentía celos de cualquier cosa que mantuviese un mínimos contacto con Kiara. Era una sensación extraña. No le gustaba, se sentía un acosador. "Tal vez lo sea", pensó.

-¿Te duele mucho? - preguntó Kiara refiriéndose a su hombro.

La herida había dejado de sangrar pero seguía doliendo. Claro que dolía. Por supuesto, no lo dijo.

-Es solo un rasguño.

Kiara se echó el pelo hacia atrás y suspiró. Tenía las manos tensas y la espalda erguida. Su mirada tenía algo inquietante, como si dijese "o lo solucionas tú o lo soluciono yo, y no te van a gustar mis métodos."

Se levantó y dijo que tenía que ir a trabajar, que se quedase aquella noche.

-No trabajes hoy - pidió Hell agarrando su camiseta y arrastrándola hacia él.

Kiara sonrió. Olía muy bien.

-Tengo que trabajar para comer, Capobianco.

-Eso no es cierto. Yo voy a...

-Tú no vas a hacer nada – lo cortó ella con un beso rápido -. Me siento muy bien ahora. Y cuando solucionemos ese problema, lo estaré aún más.

Hell simplemente crispó el rostro. No acostumbraba a no salirse con la suya. Mucho menos a obedecer. Pero obedeció y subió al cuarto de Kiara. Y se quedó quieto en la cama como le había ordenado. Y no se quejó cuando lo arropó con una manta como a un niño pequeño. Y aceptó de mala gana la película que acababa de poner en el DVD de Lo que el viento se llevó. Y la vio marcharse a trabajar resignado.

-¿Kiara? Mamá quiere saber dónde lo has dejado – le dijo Yvonne.

Llevaba el pelo muy liso. La parte derecha la había recogido en una trenza de espiga hacia atrás. Estaba muy guapa, y más subida sobre aquellos tacones.

-Arriba, en mi cuarto.

No habían tenido más remedio que contarle a Rosa todo lo sucedido. Ni qué decir que se había puesto furiosa con aquella serie de amenazas hacia Hell, su niño consentido. A Kiara no le gustaba para nada esta relación tan estrecha.

Mamá Rosa estaba hablando con un tipo gordo en la entrada. Kiara no podía verle la cara pero debía ser importante por la seguridad que llevaba extra del local y por cómo las chicas se arremolinaban a su alrededor. ¿Quién era ese pavo real?

-Es un magnate asiático – Yvonne se inclinó hacia ella para susurrarle -. Creemos que puede estar buscando a Hell.

-¿Ese es el cabrón? - preguntó Kiara muy tranquila.

Su mente bullía en ideas, visiones e imágenes distorsionadas. Pensaba demasiado deprisa. Sí, sus pensamientos estaban tomando un rumbo oscuro, muy oscuro.

Éxtasis (Saga Adrenalina II)Where stories live. Discover now