Capítulo XXVIII

9.4K 782 43
                                    


Kiara estaba dormida sentada sobre sus rodillas. Le hacía cosquillas en el cuello con la nariz pero no se atrevió a moverse. Mientras le acariciaba el pelo lentamente, pensamientos nefastos lo asaltaron. Estaba tan cansado. El bajón por la cocaína no hacía más que empeorar la situación. Solo quería solucionarlo todo, y no podía.

-The tip of your tongue, the top of your lungs is doing my head in. I say, "Love, don't mean nothing unless there's something worth fighting for." It's a beautiful war... - canturreó Kiara con voz adormilada.

-When I hold the warmth of your body there is nobody that I'd rather hold, shattered and cold – continuó Hell.

Kiara sonrió contra su cuello y respiró con fuerza. Hell supuso que lo estaba olisqueando. No iba a encontrar perfume de Calvin Klein, podía estar segura.

-Apestas, cariño – le dijo.

-Tú tampoco hueles a rosas.

-Yo sí huelo a rosas – Kiara levantó la cara hacia él.

Él la miró y ladeó la cabeza.

-¿Seguro?

Ella asintió.

-A mí me da igual cómo huelas – Hell la presionó de nuevo contra él.

-¿Incluso si oliese a marihuana?

-Es cuando más te querría.

Tras las rejas de su celda había un gran ajetreo. Estaban trasladando a la mayoría de los detenidos, bien a prisiones de alta seguridad, bien a juzgados donde se realizarían juicios rápidos y limpios antes de meter la pata y que se les volviesen a escapar. Hell todavía confiaba en esa opción. Incluso con todos esos agentes del FBI merodeando delante de sus narices.

-La marihuana huele fatal – dijo ella.

-Seguro. Pero bien que no le pones pegas cuando te la fumas.

-No fumo esa mierda. Cuando te digo que huele fatal es que huele fatal.

Richard apareció por la puerta del fondo, a una esquina del campo visual de Hell. Cargaba con el maletín y varias carpetas llenas de documentos y papeleo. Al parecer la cosa sí estaba complicada. Sabía que casi estaba a punto de sacar a su madre, pero todavía tardaría un par de días en conseguirlo en los que Babe estaría histérica. Nunca había estado en la cárcel, de eso se había ocupado muy bien DD. Ahora no había nadie que la protegiera. Hell debió protegerla.

-Ese tío me está mirando las tetas – dijo Kiara.

-Lo sé. Hace ya más de una hora.

Interpretó el silencio como un "¿y no haces nada?"

-No quiero que me cambien de celda. Prefiero mantener las manos en tus piernas y no darme de tortas con un desconocido.

El habitáculo en el que se encontraban Hell y Kiara era relativamente grande. Y también estaba lleno de gente. Ninguno pertenecía a las Familias, pero sí eran ladrones, drogadictos o incluso matones que pegaban a sus mujeres. No era una situación agradable. Ninguno de los dos tenía miedo, tenerlo sería una estupidez dado las situaciones en las que se habían visto expuestos, ellos eran el verdadero peligro. Lo que les incomodaba era estar encerrados con esa gente desconocida y que se insultaban entre ellos.

Richard se acercó a los barrotes y le hizo una señal a Hell. Casi le dolió tener que dejar a Kiara sentada entre tanta hiena.

-¿Has averiguado algo? - susurró.

El abogado no parecía muy seguro de sí mismo.

-No podemos sacaros, Hell. Estáis metidos hasta el cuello.

Éxtasis (Saga Adrenalina II)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن