Capítulo IX

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Hell sentía la cabeza arder. Le habían reventado la cara, literalmente. Esos tipos sabían cómo hacer su trabajo. Ni siquiera podía ver con claridad, mucho menos conducir. No le hacía ninguna gracia que Kiara pusiese sus pequeñas manos en el volante de su Cadillac.

-Con cuidado, niñata - pidió casi en tono suplicante.

Durante un par de minutos se mantuvieron quietos. Hell estaba a punto de soltar algún comentario ofensivo sobre su rapidez con las cosas cuando se le vino algo a la mente.

-No sabes conducir.

Kiara no contestó.

-Mierda.

"Va a cargarse mi coche, se lo va a cargar", se lamentó interiormente y casi se le vinieron las lágrimas a los ojos. Por suerte estaba echado sobre el salpicadero intentando parar la hemorragia de la nariz con su chaqueta.

-Primero gira la llave - escuchó el motor encenderse -. Vale, perfecto. Bajo tus pies hay tres pedales. El que está más a la derecha es para acelerar, el del centro, frenar y el de tu izquierda el embrague para cambiar de marcha. ¿Entendido?

Una fuerte sacudida lanzó a Hell contra el cristal y vio el cuerpo de Kiara ir hacia delante también. "El freno de mano", se regañó.

-¡Lo siento, lo siento! - exclamó ella al ver el rostro adolorido de Hell - Es en serio que deberíamos ir a un hospital.

-Niñata, ¿cuántas veces te lo he dicho? ¡Nada de médicos en situaciones así!

-No paras de sangrar y yo no sé conducir, ¿qué quieres que haga?

Tras una mirada amenazante de Hell y varias indicaciones, Kiara consiguió manejar medianamente bien el Cadillac hasta llegar a una gran avenida junto a una boca de metro. Ambos bajaron y se colaron por una puerta del personal hasta el andén. En el primer baño que encontraron, Hell dio una patada y tiró la puerta. No fue ni simple ni agradable que Hell dejase de sangrar. La primera razón, porque era muy doloroso. La segunda, porque Kiara no tenía ni idea de primeros auxilios y llegados a aquel extremo hasta a ella misma le dolían los golpes.

-Si te pregunto qué les has hecho para que te dejen así no me lo dirás - murmuró.

Hell, sentado sobre la tapa de váter de uno de los inodoros, dejaba que Kiara le limpiase el rostro con papel higiénico y una botella de alcohol barato del 24h. Era él el que quería preguntar pero había algo que le decía que era mejor no hacerlo. La expresión tranquila de la niñata era totalmente perturbadora. "Le ha reventado la cabeza a esos tíos como si fuesen melones y no se ha inmutado", se dijo a sí mismo con respeto, "¿Cómo diablos lo ha hecho? ¿Cómo yo no he podido hacer nada para defenderme y ella ni siquiera ha pestañeado?"

-Tengo problemas con su jefe - contestó al fin en un susurro.

Kiara tuvo que acercarse más para escucharlo y después asintió.

-¿Quién es?

-Un mafioso, de China. En realidad es coreano, pero no importa. ¡Au!

Las manos de Kiara no temblaban lo más mínimo. Hell la miró de arriba a bajo mientras iba a la papelera y tiraba el papel manchado de sangre. No le temblaban las rodillas ni tenía tensada la espalda. Parecía totalmente tranquila.

-¿Qué le has hecho?

-¿Huhm? - se había distraído mirándole las piernas - Algo que lo ha hecho enfadar.

-Y tú dejas que intente matarte. ¿Dónde quedó tu sentido de la supervivencia, Hell Capobianco?

-En el mismo lugar en el que quedó tu dignidad.

Éxtasis (Saga Adrenalina II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora