XXXIX

50.2K 3.1K 364
                                    

-No tenías porqué venir hasta acá, Navah -fue lo primero que espetó Harry, demostrando con ello una gran dificultad al hablar. Era como si la lengua le pesara en demasía.

Quise rodar los ojos,, mas me contuve a hacer el gesto con temor a tocar su vena sensible y borracha, provocando que se molestara.

-¿Sabes? no fue precisamente por placer que me tienes aquí, Harry. Recibí una llamada donde me dijeron que estabas muy borracho y que estaban buscando alguien que viniera a sacarte antes de llamar a los guardias. Y francamente, creo que no se equivocaron al llamarme, realmente estás hecho mierda -repliqué, evidentemente molesta, mas manteniendo el tono neutro de mi voz.

Él solamente me observó con la mayor atención que podían convocar ese par de ojos verdes que parecían estar completamente idos.

Tras un rato de silencio, abrí la boca y con voz conciliadora dije:

-Vámonos, ¿Quieres? Llamaré a Trudy para que nos envíe la limusina. No tienes porqué quedarte aquí a dar este show innecesario.

En un rápido movimiento saqué mi celular de mi cartear, lista para redactar un mensaje a la ama de llaves. No obstante, antes de lograr conseguirlo, Harry me detuvo.

-¡No! -exclamó en un fuerte grito, tratando con ello de arrebatarme el teléfono de las manos, el que me apresuré a poner fuera de su alcance, provocando que así perdiera el poco equilibrio que mantenía gracias a sus torpes movimientos.

Ya una vez que se vio a salvo de lo que pareció una nada grata caída, llevó sus dos manos a su frente, jalándose levemente los cabellos, absolutamente mareado gracias a los tantos tragos que se había estado tomando hasta ese minuto.

Solté un suspiro. Este iba a ser un verdadero desafío.

-Basta, Harry, hazme un favor, deja tus absurdos berrinches y vámonos ya -insistí, próxima a perder la poca paciencia que traía esa noche. Después del día de mierda que había tenido no era como si pudiese exigírseme más que lo que ya estaba haciendo.

-No me interesa. Vete tú, a mi me da igual lo que hagas. Además, ¿Cómo mierda fue que apareciste aquí? Creí haber ordenado específicamente que te mantuvieran encerrada en tu habitación sin salir -señaló, alzando una de sus cejas, acusadoramente.

-¿Podrías dejar de comportarte como un completo idiota cuando lo único que estoy haciendo es tratar de ayudarte? -inquirí, fastidiada y aprovechando de evadirlo de paso. Él no se daba cuenta de que mi única razón para estar metida en ese sitio era él, exclusivamente él. No lo estaba haciendo por mí ni por nadie más, lo hacía por él. ¿Qué tan difícil era eso de entender?

-¿Y qué con eso, Navah? ¿Me vas a decir que no estás disfrutando de verme así, destruido por tu causa? -me sonrió ampliamente y con gran amargura-. Admítelo, luego de lo de Chantelle esto era exactamente lo que tanto esperabas.

Era definitivo, razonar con él en ese estado tan deplorable no tenía sentido alguno. Y es que el idiota estaba tan empeñado y obstinado en quedarse ahí para hundirse en su propia e inexistente misera, que no iba a escucharme por más que intentara e intentara hacerlo abrir los ojos. Y por más que deseara que no fuese así, sabía que no estaba más que perdiendo el tiempo ahí en la barra con él. Mas no quería marcharme y dejarlo ahí solo y con una estupidez subdesarrollada. Temía que fuese capaz de cometer cualquier clase de locura.

-Harry, no me vengas a pedir que te tenga lástima cuando eres quien menos la merece -mascullé, cruzándome de brazos, inconforme-. En lugar de querer dar pena, deberías estar agradeciéndome que a pesar de toda tu mierda esté aquí contigo; que haya partido tras de ti a buscarte cuando no lo mercías; que esté cuidándote cuando en realidad debería haberte dejado aquí solo.

Million Dollar Man » Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora