XXXII

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Parecía como si Liam hubiese traído prácticamente todo el licor que había encontrado en su bar directamente al departamento de Beverly. Era imposible que cuatro personas bebieran en tal cantidad, sin embargo, era bueno saber que había variedad. Vodka, ron, cerveza, tequila y whisky se nos ofrecían esa noche para elegir.

Pero, ¿Cuál era el motivo de taaaanta celebración? Oh, claro, el que a Niall finalmente le hubiesen dado aquel trabajo en ese restaurante del centro de la ciudad, de modo que esa noche quería una borrachera memorable que le trajera la peor de las resacas al día siguiente.

Al principio, no me sentí realmente cómoda. Quizás se debía a la mentira blanca que le había vendido a Harry diciéndole que tendríamos una noche de chicas, o tal vez se debía a la presencia de Liam, o más posible aún, podía que se debiera a ambas.

Me mantuve en silencio, bebiendo de mi vaso, escuchando la conversación en la que no era ni tan activa ni participativa, siendo solamente una testigo. Sabía que Bevs estaba tratando de integrarme al sacar el tema de mi relación con Harry a flote para que le contara a Niall, pero yo por mi parte optaba por evitarlo. No me parecía apto o adecuado hablar de él después del "pequeño" escándalo que habían montado con Liam, menos estando él ahí presente. De modo que mis respuestas eran cortas y no daban lugar a más preguntas ni acotaciones.

De todas formas, fue al cabo de un par de juegos para beber y unos cuantos vasos consumidos que por fin comencé a desinhibirme un poco más, para así por fin empezar a pasarla bien y disfrutar con ellos, dejando de lado los impedimentos y trabas que me retenían en la conversación.

Tengo que decir que en ningún momento conseguí hablar directamente con Liam. De hecho, nos habíamos limitado meramente a lo cordial. Afortunadamente, este detalle no pareció del todo importante a la hora de divertirme, o al menos no lo fue hasta que Niall y Beverly se pusieron un tanto juguetones y acabaron por apartarse de nosotros para así besarse en uno de los sillones.

Debí suponerlo. Era obvio que iba a suceder de nuevo. A Niall le encantaba la castaña, y a ella le encantaba el rubio. No era ninguna novedad.

Rodé los ojos, incómoda con el show y saqué mi celular, solo para fingir que hacía algo. Fue en eso que escuché cómo alguien carraspeaba a mi lado llamando mi atención. Alcé la vista encontrándome con Liam, quien me hacía un gesto para que lo acompañara a salir al balcón a fumar.

Me ofreció un cigarrillo, el cual solo acepté porque sabía perfectamente que esa sería una conversación poco agradable y tediosa.

-No trajiste a Harry -fue lo primero que dijo, comentando lo obvio a la vez en que encendía su Marlboro.

-No -negué-. Preferí ahorrarme una segunda parte de su pelea -murmuré, dándole una calada al cigarrillo.

-Me pilló desprevenido, aunque tiene un buen gancho derecho -admitió, pasando su mano alrededor de su ojo. El tono morado había desaparecido, sin embargo, todavía quedaban rastros del moretón.

Se formó un minuto de silencio. Francamente, no tenía nada que decirle, por lo que permanecí callada esperando a que él hablara. Y lo hizo.

-¿Cómo estás?

Fruncí el ceño, tratando de camuflar mi evidente molestia. Después de todo lo que había sucedido, lo único que me decía era "¿Cómo estás?"... Tenía que ser una puta broma.

-Bien -contesté solamente, apoyando mi espalda en las frías barandas metálicas del balcón-. Mejor que nunca -añadí, con el único afán de fastidiarlo.

Él soltó un suspiro.

-Te he extrañado -confesó.

Una vez más, callé. Pese a que había pasado poco más de una semana, también lo había extrañado. Aún así, no lo iba a admitir.

Million Dollar Man » Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora