XXIX

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Organizamos el dichoso encuentro para el viernes de esa misma semana. Harry fue quien se encargó de escoger el lugar indicado para ello, siendo su elección un bar del que jamás en mi vida había escuchado hablar hasta ese momento. Fue a alrededor de las diez de la noche que ya nos estábamos bajando de la limusina frente al sitio unas letras enormes que rezaban el nombre de "Puzzles".

Una vez que entramos, me vi rodeada de una decoración de estilo moderno, que se fundía con la elegancia y el lujo, aunque sin llegar a rozar lo excesivo como podría haber imaginado. Se notaba que era un sitio concurrido de Londres, pues prácticamente no habían mesas libres en donde sentarse. Sin embargo, no tardamos en divisar a Liam y a Beverly, quienes ya habían llegado hacía un rato y se encontraban conversando animadamente y bebiendo un par de jarras de cerveza.

Escuché a Harry a mi lado resoplar con fastidio, se notaba que el último lugar en el mundo en el que quería estar era ese. Lo único que pude hacer fue tomar su mano y sonreírle para darle ánimos antes de acercarnos a saludar y sentarnos junto a ellos.

Si bien la idea inicial había sido juntarnos los tres nada más, se me había ocurrido incluir a mi excompañera de trabajo para que me ayudara a interceder y amenizar la conversación. Era realmente importante para mí que mis dos mejores amigos en el mundo se llevaran bien con Harry, o que al menos lo intentaran.

Y ahí estábamos, los cuatro, en una pequeña mesa redonda, dos chicos jugando a fingir que se llevaban bien y nosotras tratando de ayudarlos para que esto funcionara. Ajá, al principio fue algo extremadamente incómodo, donde prácticamente estuvimos sacándoles las palabras a la fuerza a ambos. No obstante, tras un rato de esfuerzo -y un par de vasos más de por medio-, por fin conseguimos que hablaran con más naturalidad, aunque jamás logramos que se desprendieran totalmente de las tensiones ya existentes entre ellos.

Era obvio, ninguno de los dos estaba disfrutando su rato ahí, y que si todavía no se habían ido era única y exclusivamente porque ambos me habían prometido quedarse hasta el final.

En eso estábamos hasta que descubrimos nuestros jarros vacíos otra vez, por lo que Harry se ofreció para ser quien fuese a buscar la siguiente ronda de cervezas. En cuanto desapareció de nuestras vistas, aprovechamos el minuto libre para interrogar a Liam.

-¿Y?, ¿Qué tal? -quise saber, refiriéndome a lo obvio.

Él soltó un suspiro, su rostro delataba que aún no estaba del todo convencido.

-No ha sido tan terrible -admitió de mala gana, pasándose una mano por el cabello-. Quiero decir, esto no ha sido nada comparado con cómo se comportó la otra tarde en su casa, mansión o la porquería que sea -hizo una pausa antes de continuar-. Pero sencillamente no consigue agradarme, Navah. Lo siento mucho, mas no te voy a mentir.

-¿Uh? -musitó Bevs-. A mí me cae bien. Es inteligente, y se nota que tiene mundo, puede conversar de lo que sea -comentó. Agradecía que a lo menos mi amiga disfrutado de la presencia del rizado.

-Me importa una mierda todas esas cosas -espetó Liam, frunciendo el ceño-. Eso no evita que haya tenido a Navah encerrada contra su propia voluntad -explicó.

Rodé los ojos. De eso ya hacía muchísimo tiempo. Y si yo lo había olvidado, ¿Por qué demonios el no podía hacerlo?

-¿Recuerdas la primera vez que apareció Harry en tu bar? -pregunté, y él asintió-. ¿Recuerdas cómo estuvieron hablando toda la noche y que yo casi no pude pronunciar palabra alguna?

-Eso era antes de saber la clase de persona que era -farfulló él en su defensa.

-No puedes decir eso si realmente no lo conoces, Liam -acotó la castaña-. Anda, no seas infantil, si hay algo que todos tenemos en común en esta mesa, es lo mucho que nos importa Navah, y como nos importa tanto, tenemos que buscar lo mejor para ella.

Million Dollar Man » Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora