XXI

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Durante el resto de esa semana, y parte de la siguiente, la rutina fue básicamente la misma. Iba a la academia, practicaba durante dos intensas horas con Monique, y una vez que ya estaba lista, Harry se encontraba esperándome justo afuera del estudio. Posteriormente, y según su ánimo y el mío, podíamos permitirnos salir y armarnos algún panorama diferente para el resto de la tarde.

Francamente, Harry se estaba comportando fantástico conmigo, y su reciente actitud no paraba de sorprenderme. No, no era el solo hecho de que estuviese siendo más permisivo consigo, e incluso atento. Sino que era lo relajado que se veía, lo increíblemente sonriente que se mostraba, lo cual me obligaba a preguntarme internamente si acaso este era el Harry del cual Margareth me había estado hablando la vez en que había estado en Londres con nosotros.

Me sentía feliz, y no hacía más que dejarme llevar por la corriente de emociones. Si bien aún rondaba por mi cabeza aquel título de "novia" con el que Monique se había referido a mí la primera vez que nos vimos, intentaba suprimir pensamientos de ese tipo. No era tiempo para romperme la cabeza con cosas tan complicadas como el tipo de relación que estábamos llevando, ¿Verdad? Al contrario, lo único que quería hacer en ese entonces, era disfrutar y aprovechar. Si Harry me besaba, le correspondería; si su mano buscaba la mía, la entrelazaba a la suya. No iba a alejarme, a fin de cuentas, ya no quería seguir haciéndolo.

Aunque vale decir que tampoco era como si después de esa ocasión en la mesa de billar hubiésemos empezado a dormir juntos y a vivir una vida de pareja, en lo absoluto. Sencillamente, nos estábamos llevando mejor.

Sin embargo, debía de admitir que sí que habían ocasiones en las que me moría de ganas de volver a ver a ese Harry, al mismo que había conseguido hacerme delirar toda una noche. Me descubría a mí misma deseando que dejara de lado esa gentileza, que volviese a ser ese hombre lujurioso que exploraba mi cuerpo con atrevimiento y sin reparo alguno. Sí, me gustaba Harry, por supuesto, pero, además de eso, lo deseaba.

Y cierta tarde, justo cuando creí que por fin había vuelto a redescubrir a ese Harry en particular, todo se vio opacado en cuestión de segundos.

Nos encontrábamos en el estacionamiento ubicado detrás del edificio de la academia. Hacía menos de diez minutos que nos habíamos subido al vehículo entre besos y caricias que rápidamente subían de todo. Finalmente, acabé sentada a horcajadas sobre el rizado, quien permanecía recostado en el asiento del conductor mientras no dejábamos de besarnos.

Definitivamente no era la posición más cómoda, mas no era como si eso nos hubiese importado demasiado.

Oh, y claro que estábamos consciente de que nos encontrábamos en el maldito estacionamiento, pero Harry estaba tan ansioso que incluso parecía haberme traspasado su actitud irreverente, haciendo que todo el asunto de "estamos en un lugar público" se convirtiera en algo más bien secundario.

Sentí un cosquilleo cuando los labios de Harry comenzaron a descender por mi cuello hacia el escote de mi blusa, mientras que sus manos no dejaban de acariciar mis piernas con vehemencia. Hasta que justamente en ese instante, desde el bolsillo de mi pantalón, la melodía de mi teléfono se hizo escuchar.

-No contestes... -gruñó, continuando con su tarea. Y aunque lo intenté, no pude hacerle caso.

Mi lista de llamadas no era precisamente extensa, de hecho, durante esos últimos días me había limitado a hablar con Zaphiro, Maggie y mi madre -en una conversación que no duró más de tres minutos-. Por lo cual no pensaba darme el lujo de rechazar la llamada, podía ser algo importante.

-L-lo siento -murmuré, empujando suavemente a Harry, y disculpándome la mirada, para regresar al asiento del copiloto.

Lo escuché resoplar a mi lado con fastidio, mas preferí ignorarlo y contestar la llamada.

Million Dollar Man » Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora