XXII

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Era absolutamente comprensible la preocupación que había mostrado Liam por mí esa tarde. Y por más que fuese aceptable, no creía necesitarla en lo más mínimo. Estaba bien, me sentía fantástica, mejor que en mucho tiempo, y ciertamente tenía un buen presentimiento en cuanto al rumbo que estaban tomando las cosas. Si bien nada era seguro entre Harry y yo -y en realidad el modo en que nos relacionábamos parecía una auténtica montaña rusa con la cantidad de altos y bajos que habían de por medio-, había algo que me impulsaba a continuar con ello. Llámenlo intuición femenina, sexto sentido, o como quieran, pero era ese "algo" lo que me hacía confiar tanto en él; aunque vale decir que tampoco podía pasar por alto las palabras de Liam.

Perfectamente podría haber escapado de Harry si me lo hubiese propuesto a esas alturas. Nada habría sido difícil, ya que él había depositado gran parte de su confianza aumentando mis libertades de sobremanera. Y sí, huir con Liam y correr juntos hacia el horizonte sonaba bien, pero permanecer con Harry era infinitas veces más tentador que ello.

No obstante, tenía que considerar que eso solamente era una parte del panorama, ya que a pesar de saber lo que yo quería, tenía que saber lo que él quería, si el sentimiento era realmente correspondido o si en realidad era más bien una especie de juego para él.

"Probablemente sea lo segundo."

¿Qué me podía asegurar que Harry no se aburriría de mí? Yo había pensado que lo haría, y me había sorprendido en demasía el que aún siguiera intentando conocer cada aspecto de mí. Me pregunté entonces cuánto le duraría el entusiasmo por mí, cuánto tardaría en cansarse, y qué diablos sucedería conmigo luego de que eso sucediera. Al fin y al cabo, nada es eterno, y tarde o temprano acabaría aburriéndose para devolverme a mi antigua vida, despojándome de todo lo que me había ofrecido.

Y tras mirarlo con esa perspectiva era que empezaba a dudar, a considerar que tal vez Liam tenía razón, que debía alejarme mientras pudiese, antes de que se volviera irremediable y que no me sintiera capaz de renunciar a Harry.

La limusina se detuvo y yo bajé, abrumada, para dar nuevamente con la imagen de la imponente mansión frente a mis ojos.

Solté un suspiro, de alguna manera, las dos últimas visitas al departamento de Liam habían acabado por derrumbarme. Él me conocía bien, y sabía los botones que tenía que presionar en mí para poder llegar hasta mi conciencia y jugar con mi propio juicio a su voluntad; y eso era exactamente lo que había hecho esa tarde. Ya no podía sacarme de la cabeza la idea de si valía la pena permanecer ahí esperando a ser desechada como un juguete viejo, para incluso ser -quizás- reemplazada por uno más nuevo y bonito.

Y wow... La sola idea de que un día Harry atravesara la enorme puerta de la mansión con su mano entrelazada a la de otra chica me daba unas náuseas asquerosas.

-Buenas noches, señorita Navah -me saludó Trudy en cuanto me abrió la puerta-. ¿Va a cenar con el joven Styles?

-Buenas noches, Trudy -le correspondí, cordialmente.

Mi pulgar y mi índice empezaron a masajear mi sien, mientras reflexionaba: ¿Quería ver a Harry en ese minuto? La respuesta: absolutamente no.

-No gracias, no tengo hambre. Creo... Creo que iré directo a mi habitación.

(...)

Cerré la llave del agua, busqué la toalla en la que envolverme y salí de la ducha. Me sentía mejor, el agua caliente me había relajado bastante, aunque sin ser lo suficientemente útil como para resolver mi pequeño dilema.

Acto seguido, partí directamente a mi walk in closet para buscar qué pijama ponerme. De hecho, estaba precisamente en eso, cuando sentí que la puerta de mi cuarto se abría sigilosamente.

Million Dollar Man » Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora