Ellos no se asustaron de los monstruos que habitan en mi interior. Él tomó su escudo y me protegió, ella cogió su arma y me salvó..
Son mis padres, mi familia.
𝙔𝙤 𝙨𝙤𝙮 𝘼𝙧𝙞𝙖𝙙𝙣𝙚 𝙍𝙤𝙜𝙚𝙧𝙨 𝙍𝙤𝙢𝙖𝙣𝙤𝙛𝙛 𝙮 𝙨𝙤𝙮 𝙨𝙪 𝙡𝙚𝙜𝙖𝙙𝙤.
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Schkeuditz, Sajonia - Alemania
Si antes ya sentían el ambiente tenso, ahora más.
La atmósfera de allí estaba asfixiando a los tres hombres, casi la podían cortar con una tijera de tan pesada y densa que estaba.
Cuando Steve llegó al auto trato de hablar pero sólo consiguió un bufido seguido de un: «Nos esperan en el aeropuerto Leipzig Halle». Y nada más se dijo desde allí. La rubia se había limitado a mirar el vidrio de su ventana como si quisiera taladrarlo.
Llegaron al aeropuerto y aparcaron. Primero bajo Steve y Sam, Ariadne y Bucky movieron los asiento para bajar, el rubio trato de ayudar a su hija, pero al recibir la misma mirada de antes (como la de una Natasha molesta) mejor se apartó.
—Ari..
—No —sentencio la joven.
—Cap. —saludo Clint que había dado la vuelta a la camioneta para llegar con ellos, notando el gesto de su sobrina—. Bichito.. malhumorado por lo que veo.
—De tener otra opción no te habría llamado a ti —dijo Steve, dándole la mano a Clint. Wanda llegó junto a ellos.
—Siento haber interrumpido tu retiro, tío Clint —dijo la rubia.
—Descuiden —dijo con simpleza, Hawkeye—. Me hacen un favor. Además tengo una deuda.
Señalo con la cabeza a Wanda, quien miraba a su amiga con un gesto desencajado.
La querida sokoviana había leído los pensamientos que estaba teniendo en ese momento Ariadne.
Y no eran nada bonitos.
—¿Estás bien? —pregunto con preocupación la rubia.
—Si —respondio ya recompuesta—. Es tiempo de ponerme de pie.
Solo recibió una sonrisa tensa, pero sincera por parte de la joven.
—¿También el otro recluta? —pregunta Steve.
Barton camino devuelta a la camioneta.
—Esta emocionado —abrió la puerta revelando a un hombre dormido entre los asientos—. Tendré que darle un café, pero estará listo.
El espía arquero del equipo saco una mochila de la band, le hizo una seña a Ariadne para que se acerque y se la tendió.
—Es todo lo que pediste.
—Gracias —agradeció
—¿Me vas a contar lo que te pasa, bichito? —pregunto en un susurro—. ¿O prefieres luego?
Ariadne se quedó un momento en silencio y luego dijo:
—Estaría mal golpear a una persona que no te agredió físicamente, ¿verdad?
