Ellos no se asustaron de los monstruos que habitan en mi interior. Él tomó su escudo y me protegió, ella cogió su arma y me salvó..
Son mis padres, mi familia.
𝙔𝙤 𝙨𝙤𝙮 𝘼𝙧𝙞𝙖𝙙𝙣𝙚 𝙍𝙤𝙜𝙚𝙧𝙨 𝙍𝙤𝙢𝙖𝙣𝙤𝙛𝙛 𝙮 𝙨𝙤𝙮 𝙨𝙪 𝙡𝙚𝙜𝙖𝙙𝙤.
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Busan, Corea del Sur
Llegaron hasta un mercado local, bajaron del auto. Iban de en cubierta, Okoye lucia un vestido rojo y una peluca; Nakia llevaba un vestido verde y también peluca; T'Challa en cambio vestía de traje. En tanto Ariadne —con una nano máscara puesta— lleva un vestido de color azul pegado al cuerpo, en su muñeca se ve un brazalete de vibranio que guarda su nuevo traje del mismo material.
—Le pido a Bast que esto no tarde —habla Okoye—, odio usar esta cosa ridícula en la cabeza.
—El look te queda —le hizo saber Nakia—. La puedes menear un poco. Así.
—¿Qué dices? Es deshonroso.
Se acercaron a un puesto donde una señora vendía pescado.
—Hola Sophia —saludo Nakia, en coreano—. Qué gusto verte.
La señora miro a sus acompañantes.
—¿Quiénes son esos tres?
—Mis amigos de Kenia. Muy acaudalados. Son buenos.
—¿Buenos para causar problemas... como tú?
Nakia lo afirmó con un ruido. Algo que alegro a la señora, porque sonrió e hizo un gesto de cabeza para que alguien atrás abriera una cortina.
—Gracias.
Los tres wakandianos y la estadounidense entraron al lugar, pasaron por un detector de metales, dos guardias abrieron una puerta. Música fue lo primero que llegó a sus oídos.
—Sepárense —ordena T'Challa—. Apuesto a que el comprador ya está aquí.
Los cuatro tomaron caminos y puestos diferentes. Okoye, se quedó en la parte de arriba; Nakia y T'Challa bajaron juntos y Ariadne detrás de ellos, la espía fue a la barra, el rey fue a una de las atracciones y la joven a la mesa de apuestas.
—Atentos —habla Nakia por el intercomunicador—. Americanos. Cuento tres.
—Cinco —dijo Okoye—. ¿Como no viste al niño bien peinado detrás de ti?
—Seis —informo Rogers—. Hay uno junto al pasillo.
—Siete —comenta T'Challa—. Estoy viendo a un viejo amigo que trabaja para la CIA. Esto se acaba de poner más complicado.
T'Challa se acerca al agente Ross que está en la mesa de ruleta.
—Agente Ross —saluda el rey.
—Alteza
—Tú le vas a comprar a Klaw —afirma el soberano, apostando sus fichas.
—Lo que haga o no haga por en nombre del gobierno de mi país no es de tu interés —hizo lo mismo que T'Challa—. Y si algo planeas hacer aquí, hazme un favor, no me estorbes.
