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San Petersburgo – Rusia

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San Petersburgo – Rusia

Una intensa charla sobre el paradero de la organización privada se había desatado entre los dos mayores. Alexei alegó no saber dónde se encontraba, dijo que era el primer y único super soldado de la unión soviética, pero Dreykov lo metió en prisión para el resto de su vida y luego desapareció del radar. También les informo a sus dos hijas que la científica estratega, a quien la mujer mayor rubia consideraba su madre, estaba viva. Les dio la dirección donde se encuentra Melina y les afirmó que el combustible alcanzaría.

No era verdad.

Ariadne se aferró con todas sus fuerzas al asiento mientras el helicóptero descendía forzosamente. El impacto contra el suelo la hubiera lanzado directo al techo si sus botas no se hubieran activado. Por desgracia o fortuna, el hombre ruso no tuvo la misma suerte.

Las primeras en bajar fueron ella y su madre (luego de que Natasha verificará que su hija estuviera bien), les siguió Yelena y por último Alexei.

—Hubieran traído el super yet de los vengadores —se quejo Shostakov.

Las tres féminas avanzaron enfadadas sin detenerse ante las provocaciones del ruso.

—Idiota —insulto Nat.

—Les juro que si dice otra de sus palabras le voy a romper la cara —prometio Yelena.

—Lo hubiéramos arrojado del helicóptero —murmuro Ariadne.

Alexei apresuró el paso para alcanzarlas.

—Natasha. Natasha —la llamo—. Natasha, espera, quiero hacerte una pregunta.

La nombrada se detuvo y giro a verlo—. ¿Qué?

—¿Él te contó sobre mi?

—¿Qué?

—Que si te contó sobre mi, ¿hubo historias de guerra?

—¿Quién?.. ¿De qué hablas?

—Del Capitán América.

—No —dijo Natasha—. A quien le contaba esas historias era a Ari.

Con una sonrisa ilusionada, Alexei fue trotando hasta alcanzar a la joven y coloco una mano en su hombro.

—Niña —le dijo—. ¿Él te contó sobre mi?

—¿Quién? —pregunto desorientada.

—Tu padre, el Capitán América —simplifico—. Mi gran adversario en este teatro geo-político; no es realmente un némesis más bien es un contemporáneo igual, siempre sentí un mutuo respeto. Además ahora es mi yerno, debe de haberte hablado de mi.

—No he sabido de ti hasta que Yelena y mi madre me hablaron sobre ti —la sonrisa del hombre decayó—. Oye, por lo que me contaron se que no has tenido contacto con ellas dos en veinte años y ¿quieres que hablemos solo de ti?

Legado |#01 Saga Legado|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora