• Memories: Meet you •

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Era una noche particularmente fría, y podía sentirse incluso cuando la estufa a leña de su habitación estaba encendida.
             

La lluvia golpeaba sin descanso contra el inmenso ventanal a un costado de su cama y eso impidió que un pequeño Diluc lograra conciliar el sueño.
             

Llevaba minutos admirando la luna en silencio a través del vidrio, como si estuviese rogándole para que aquella monstruosa tormenta disminuyera aunque fuera un poco.
             

No le gustaban los días lluviosos, siempre le traían recuerdos amargos y desagradables… Como aquellos momentos cuando su madre había caído enferma.
             

Cobrando su vida a causa de ello.
             

Al final, con aquellos pensamientos deprimidos, el pelirrojo se acurrucó contra su manta esperando que el sonido ensordecedor de los relámpagos se extinguiera para intentar dormir otra vez.
             

Aunque ya tenía la idea de que no iba a ser posible por lo pronto.
             

Fue entonces cuando escuchó pisadas rápidas por el pasillo del segundo piso, en donde estaba su recámara, acompañado de un montón de murmullos de las doncellas de la mansión corriendo para atender una urgencia que se había precipitado en ese momento.
             

¿Se había derrumbado un árbol a causa de los rayos y alguien estaba herido? ¿Qué había sucedido para que las criadas reaccionaran de ese modo?
             

Diluc Ragnvindr, con tan solo siete años, se armó de valor y se levantó de la cama con la intención de averiguar que había ocurrido y si podía ayudar incluso cuando tan solo era un niño.
             

Lo habían criado como un caballero, y su necesidad por ser útil, incluso en momentos tan típicos como esos, le dio la determinación necesaria para abrir con cuidado la puerta de su habitación, intentando agudizar su oído para oír lo que había ocurrido.
             

—¿Qué ha pasado?
             

—¡Es el maestro Crepus!
             

¿Su padre? ¿Su padre estaba herido?
             

Con el corazón latiendo a máxima velocidad, el pelirrojo se precipitó de inmediato hacia las escaleras, teniendo en mente bajar a toda velocidad para averiguar qué era lo que le había pasado a su padre.
             

Lo que encontró no era para nada lo que esperaba.
             

—¡Padre!
             

—Oh, Diluc, hijo… Estás aquí.
             

El niño caminó con paso inseguro hasta donde estaba su padre arrodillado, con ambas manos posadas sobre lo que parecía ser un bulto mojado y sucio.
             

Adelinde, la joven ama de llaves y la encargada de la limpieza, le había traído una manta cálida y gruesa, que no tardó en acomodar sobre ese bulto que no dejaba de temblar.
             

—Traeré chocolate caliente enseguida. Para ambos, señor.
             

—Sí, muchas gracias Adelinde.
             

 • This is our story • [ Kaeluc | Genshin Impact ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora