• Memories: Jean Gunnhildr •

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» Memories: Jean Gunnhildr.        
             

             
El maestro Crepus se había mostrado increíblemente a favor de la idea de que ambos niños comenzaran su entrenamiento juntos, independientemente si Kaeya no poseía una visión.
             

Gran parte de los caballeros de Favonius no portaban una, así que eso no era un impedimento para iniciarse en el arte de las armas. Además su hijo insistía en que Barbatos notaría lo importante que era para su persona que Kaeya tuviera una visión también, porque tenía una promesa que cumplir.
             

Cuando el hombre adulto preguntó de qué se trataba esa promesa, ninguno de los dos contestó, causándole gracia que lo mantuvieran en secreto.
             

Eran niños por sobretodo, sin importar en lo desesperado que estaba Diluc por crecer y ser parte de la armada para proteger la ciudad.
             

—No olviden que también tienen sus lecciones de etiqueta, de cacería e historia. —Les advirtió mientras bebía de su copa de vino, mirando con atención como ambos niños observaban cada gesto que realizaba.
             

Diluc bebía de su jugo de uva con el notable rasgo de un príncipe y Kaeya no tardaba en imitar cada una de sus acciones. Por costumbre, más que por realmente entender la manera en como su dedo debía posarse sobre la mesa para amortiguar el sonido del vaso.
             

—Deben prometerme que no descuidarán sus estudios por entrenar. —Crepus sonó ligeramente más serio cuando pronunció esas últimas palabras, alzando una ceja cuando ambos jóvenes asentían obedientes. —Ser culto en esta sociedad aún plagada de aristócratas es un arma para fines políticos, y sobretodo, para ti, Diluc, que terminarás heredando la bodega.
             

—Lo sé, padre. —Respondió el pelirrojo frunciendo ligeramente la nariz. Estaba claro que la idea de ser el único heredero de la fortuna Ragnvindr significaba manejar los recursos del viñedo y que esa responsabilidad caería sobre sus hombros, tarde o temprano, independiente de su futuro dentro del Ordo Favonius.
             

Eran la fuerza económica de todo Mondstadt y la industria del vino daba trabajo a cientos de personas, no podía ignorar esa importante tarea, incluso si prefería estar en el frente en alguna batalla contra el abismo o contra enemigos que quisieran invadir su territorio.
             

—La señora Gunnhildr vendrá en unas horas con su hija mayor a felicitarte personalmente por tu visión. —Informó a su hijo mientras le dedicaba una rápida mirada a Adelinde, que se apresuró a acercarse para oír lo que el hombre quería indicarle. —Por favor, Adelinde, que se vistan de forma adecuada para la visita.
             

Kaeya parpadeó un par de veces mientas seguía a Diluc escaleras arriba cuando la comida terminó, sin saber por qué debían cambiar su vestimenta debido a las personas que irían a la mansión. ¿Necesitaban algo más formal? ¿Quién era la señora Gunnhildr? ¿Quién era la hija mayor que había mencionado?
             

—Oye, Luc…
             

En silencio, el pelirrojo se volteó al llamado para observarlo, haciendo un gesto con sus cejas para que siguiera hablando.
             

—¿Quiénes vendrán? ¿Quiénes son ellas?
             

—¡Ah! ¡Jean vendrá con su madre! —Exclamó el joven dedicándole una sonrisa alegre, se mostraba incluso hasta emocionado por la noticia. —Te presentaré a mi amiga, ella tiene nuestra misma edad y también aplicará a los Caballeros de Favonius.
             

 • This is our story • [ Kaeluc | Genshin Impact ]Where stories live. Discover now