• Memories: Tension •

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Como buena ciudad bendecida por el Arconte del viento, los chismes se dispersaron con una velocidad alarmante, como si un torbellino fuese el encargado de informarle a cada persona de lo sucedido en la fiesta de la vendimia.
             

A la mañana siguiente, todo Mondstadt sabía que el soltero codiciado y heredero del clan Ragnvindr, Diluc, había besado a Elizabeth Klein, una mujer distinguida de Fontaine.
             

Ya habían bardos entonando canciones en honor a su unión romántica, como también brindis de soldados dentro de la taberna cada vez que el pelirrojo entraba al local y saludaba a Charles para continuar con sus aprendizajes acerca de los trabajos de la bodega.
             

La única persona que no parecía complacido por la nueva noticia, era Kaeya.
             

Había evitado a Diluc durante todo el día, pero sabía que tarde o temprano tendría que hablar con él y es que conocía demasiado bien al mayor como para asegurar que en algún momento, cuando sus actividades hubieran finalizado, intentaría arrinconarlo para exigirle alguna explicación.
             

El desayuno del primer día tras lo sucedido había sido increíblemente incómodo, y más aún por la insistencia de Crepus de saber detalles de lo ocurrido.
             

—Solo pasó. —Fue lo único que pudo decir a su favor, intentando seguir el pequeño plan que Elizabeth había armado sin su consentimiento, pero que lo dejaba en buenos términos con su padre.
             

Lamentablemente no podía decir lo mismo de su amante, quien estaba demasiado concentrado machacando un pobre tocino revuelto de huevo con un tenedor.
             

A la hora de almuerzo, Diluc no esperó a que Kaeya apareciera en su oficina ofreciéndole de sus famosos pinchos de carne afrutados, sabía que no llegaría por la forma obvia en como estaba evitando su presencia.
             

Por lo mismo, decidió ir al Buen Cazador por cuenta propia y preguntarle a Sara si Kaeya había aparecido para almorzar durante el día.
             

Fue una decepción saber que el moreno ya había utilizado su hora libre para comer, y que había sido acompañado por dos caballeros, con los que compartía turno de vigilancia ese día.
             

Resignado, Diluc decidió que era mejor intentar hablar con él cuando llegara a casa, así que luego de terminar todas sus labores dentro de su oficina, y de archivar los últimos documentos del mes, se dirigió a la mansión.
             

Esperó hasta las tantas de la noche por la llegada de Kaeya a casa y cuando por fin escuchó las características pisadas de sus zapatos por el pasillo, Diluc aguantó la respiración y se dirigió hasta su habitación, empujando la puerta con la fuerza necesaria como para hacer presión y entrar, incluso si el moreno ni siquiera había ejercido resistencia.
             

Estaba claro que él lo estaba esperando.
             

—Oh, Diluc. —El tono de voz desinteresado del menor le mandó la alarma que el pelirrojo necesitaba, además ni siquiera había usado el apodo que con tanto cariño le había dado. —¿No deberías estar ocupado escribiendo cartas de amor?
             

Kaeya estaba utilizando un tono de voz que Diluc no había reconocido. Era la forma de hablar que usaba con desconocidos o con bandidos, en el peor de los casos.
             

 • This is our story • [ Kaeluc | Genshin Impact ]Where stories live. Discover now