• Memories: Petition •

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» Memories: Petition.         
                 
               
                 

Kaeya bajó las escaleras con lentitud, aparentando tranquilidad cuando en realidad su interior se estaba revolviendo en preocupación. Tenía unas ganas enormes de vomitar lo poco y nada que había desayunado en la mañana, y sabía que eso solo era una señal clara de malas noticias.
               

¿Por qué el padre de Diluc había mostrado interés en tener una conversación a tan solo minutos de haber confesado sus sentimientos?
               

La idea de que el hombre mayor tuviera poderes sobrenaturales para detectar todo lo que se hablaba dentro de la mansión sonó bastante razonable en su cabeza.
               

Incluso su cuerpo tembló ante la idea de que eso fuese una realidad, porque es la única explicación coherente ante la coincidencia de ambas situaciones.
               

—Maestro Kaeya, tome asiento. —Adelinde le hizo un pequeño gesto en la silla que se encontraba al lado izquierdo de Crepus. El asiento de la derecha era el que ocupaba Diluc la mayoría del tiempo, así que ya era una costumbre usar ese lugar para comer en la mesa.
               

—Oh, Kaeya. —Saludó el pelirrojo mayor con una sonrisa tranquila, apartando su vista del diario que leía para doblarlo a la mitad y acomodarlo sobre la mesa con cuidado. —¿Cómo estás? ¿Cómo va todo en el Ordo Favonius?
               

El moreno se acomodó en su silla intentando hacer el menor ruido posible, una manía que había obtenido gracias a los regaños que Diluc recibía cuando eran niños.
               

Se transformaba en un chico demasiado ruidoso cuando era la hora para comer, arrastrando las patas de la mesa contra el piso haciendo un ruido tan desagradable que perforaba los oídos. Ocurría cada vez que se emocionaba cuando servían su comida favorita o cuando era la hora de los postres.
               

—Todo bien, señor. —Respondió con una sonrisa, observando de reojo como Adelinde servía el plato principal con completa diligencia, aparentando no tomar atención a la conversación cuando en realidad estaba escuchando en absoluto silencio. —Solo un poco más atareado que de costumbre, algunas obligaciones de Diluc me han sido encomendadas hasta su regreso.
               

—Ya veo, inevitable debido a las circunstancias. —Comentó el hombre asintiendo una sola vez.
               

Hubo un silencio que aparentaba ser tranquilo, pero Kaeya podía percibir la tensión en el ambiente. Era un experto en leer la situación en la que se encontraba y no había que ser un adivino para reconocer que el motivo de la reunión era otro.
               

—Ahora que mencionas a mi hijo… ¿Cómo está él?
               

—¿No lo ha visitado?
               

La pregunta se deslizó con rapidez desde su garganta, y se mordió la punta de la lengua por haber sonado un tanto impertinente al encararlo. No era su intención juzgar las acciones de su padre, pero le costaba creer que no tuviera tiempo para visitar a su propio hijo herido sabiendo que solo los separaba una escalera y unas cuantas paredes.
               

—Sí, he ido, pero curiosamente siempre está dormido. —Respondió Crepus tomando la copa de vino a medio terminar, llevándosela a sus labios para brindarle un corto sorbo y degustar su contenido. —Creo que los sedantes lo mantienen descansando gran parte del tiempo, así que me preguntaba si habías podido hablar con él.
               

 • This is our story • [ Kaeluc | Genshin Impact ]Where stories live. Discover now