• Memories: The blessing of the gods •

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—¿Está bien que salgamos sin decirle a nadie, Luc?


La pregunta de Kaeya mientras abandonaban la mansión por la puerta trasera provocó una suave risotada en el pelirrojo.


—Estaremos bien si regresamos a mi habitación antes de que llegue mi padre. —Comentó con una sonrisa mientras seguía caminando por el sendero, siendo seguido por un inseguro Kaeya, quien no dejaba de mirar hacia atrás, en dirección al viñedo, como si tuviera miedo de que Adeline los descubriera.


—Pero él dijo que no podíamos alejarnos de la mansión… —La voz dubitativa de su compañero hizo que el mayor de ambos detuviera su rápida caminata, dedicándole una sonrisa que brillaba tanto como la luz del sol.


—Lo sé. —Le responde sin quitar esa felicidad tallada en su rostro de porcelana, acercándose al menor para tomar su mano y brindarle un poco de confianza. —¿Recuerdas lo que dijo exactamente?


—¡Dijo que no podíamos cruzar el lago y es lo que estamos haciendo!


—¿Y por qué?


—Porque los caballeros informaron campamentos de hilichurls cerca… ¡De monstruos que podrían hacernos daño! —El miedo de Kaeya provocó que el gesto de suficiencia de Diluc creciera.


No había nada que temer, se encargaría de cada hilichurl uno a uno si eso significaba evitar que lastimaran a su pequeño amigo.


—No te preocupes, si nos encontramos con esos monstruos, yo te protegeré. —Le guiñó uno de sus ojos en un gesto divertido para entregarle confianza, pero la expresión de duda del contrario no cambió en lo más mínimo. —¿No me crees? Soy capaz de invocar una espada y he estado meses practicando, podré con ellos.


—Pero solo somos unos niños… Tienes solo 10 años, Luc.


—¿Y eso qué? —Frunció la nariz sintiéndose un poco decepcionado por las palabras de quién también había recibido el mismo entrenamiento de lucha. —Soy fuerte, pronto podré portar una Claymore, ya verás.


El recorrido hacia el lago continuó entre risas y suaves empujones. Pese a que sabían que estaban haciendo una salida prohibida por el Maestro Crepus, se sentían libres de poder recorrer y disfrutar del bello paisaje de Levantaviento.

El sol brillaba increíblemente fuerte esa tarde, iluminando el sendero marcado que se presentaba frente a ellos.


Hasta que finalmente se encontraron con lo que temían.


Sí, el campamento de hilichurls se encontraba a tan solo unos cuantos metros de dónde ellos estaban y el miedo que Kaeya había sentido durante todo el recorrido se acrecentó cuando sostuvo parte de la camisa de Diluc para jalarle hacia atrás, pidiendo casi en silencio que era mejor regresar sin que se dieran cuenta.


—Hemos llegado tan lejos, no quiero volver. —Le dijo tensando la mandíbula, resistiéndose al agarre de su compañero para no ser arrastrado de regreso.


—Aprovechemos que no se han dado cuenta de nuestra presencia y vámonos, Luc.


—No, dije que te mostraría los lirios cala que crecen a la orilla del lago, esta es la mejor fecha para verlas…


—¡Podemos venir en otra ocasión!


—¡Pero ya estamos aquí!


Entre el forcejeo de los dos niños, los gritos por convencer cuál era la mejor decisión de las dos y el descuido de tropezar con un arbusto, provocó que terminaran alertando a un par de hilichurls, que rápidamente levantaron sus garrotes para dirigirse hacia ellos en un extraño idioma amenazante imposible de comprender.

 • This is our story • [ Kaeluc | Genshin Impact ]Where stories live. Discover now