• Memories: Our promise •

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La noticia de la visión del heredero Ragnvindr se expandió con una rapidez increíble por Mondstadt, tanto así, que no había día en que el Maestro Crepus no recibiera una felicitación por su hijo y el logro que los dioses le habían otorgado.
             

Diluc por su parte se sentía increíblemente orgulloso de su hazaña, y más aún porque su poder de fuego había emergido gracias a la necesidad de proteger a su compañero de aventuras.
             

El problema, era que Diluc era un niño demasiado pasional, y el control sobre aquella bella joya carmesí, era nula.

Escasamente nula.
             

Tenía miedo de incendiar la mansión cuando algo le emocionaba demasiado, así que Kaeya intentaba distraerlo con actividades más tranquilas, como leer libros en la biblioteca, tomar una siesta o jugar ajedrez, pero nada que tuviera que ver con salir de la bodega o practicar sus nuevas habilidades.
             

Era un favor que le había pedido Adelinde, porque conocía demasiado bien al joven maestro y estaba segura que se frustraría demasiado si no era capaz de ejercer un total control sobre el elemento pyro.

           

—¡Es un bello día! —Exclamó Diluc mientras observaba el gran ventanal que había en su habitación. Ambos estaban recostados en el suelo, armando un rompecabezas enorme. —¿Por qué no vamos al viñedo a recorrer un poco? Podríamos intentar cazar jabalíes con mis nuevas habilidades y…
             

Kaeya hizo una mueca de desagrado, no quería inventar una excusa para negarse a cumplir la petición de su hermano mayor, pero la criada principal le había pedido que vigilara a Diluc y que lo mantuviera a salvo de si mismo.
             

Últimamente su piel siempre estaba ardiendo, y su temperamento era inestable, era mejor mantenerlo dentro de su habitación en caso de que necesitara ayuda.
             

—La señorita Adelinde me pidió que te cuidara.
             

—¿Cuidarme? —Diluc alzó una de sus cejas en una clara señal de duda. Se puso de pie con lentitud mientras se cruzaba de brazos sin dejar de observar al moreno, quién se sentó con las piernas cruzadas. —No estoy enfermo.
             

—Ella tiene miedo de que puedas lastimarte con… eso. —La mentira fue a medias, porque en realidad sus palabras eran ciertas. Diluc podría sufrir quemaduras si no era capaz de dirigir bien sus nuevas habilidades y su padre aún estaba buscando maestro que se encargara de enseñarle todo lo que debiera saber.
             

Nadie imaginó que su visión aparecería con tan solo diez años.
             

—Eso no va a ocurrir. —El pelirrojo le regaló una de sus mejores sonrisas mientras tomaba entre sus manos aquella joya pyro colgada en su cintura, observándolo maravillado. —Los dioses me han encargado la misión de protegerlos a todos al darme esto, no debería lastimarme.
             

—Pero el poder del fuego es explosivo, impredecible. —La voz de Kaeya sonó preocupada mientras desviaba la mirada hacia el suelo, intentando evitar los brillantes ojos del mayor. —Me gustaría tener una visión como tú, quizá una hydro.
             

—¿Hydro?
             

—Sí, podría apagar tu ropa si comienzas a incendiarte.
             

 • This is our story • [ Kaeluc | Genshin Impact ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora