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SKYLAR DETUVO SU MOTO JUSTO ENFRENTE DE un edificio, no era tan alto ni tan bajo, ni tan habitable, se veía que era un lugar limpio y agradable. Nada mal.
Estacionó su tan preciada motocicleta a un lado del edificio y entró con su bolso cargandolo en su hombro derecho y en su otra mano llevaba su estuche de guitarra.
El recepcionista al verla sonrió con amabilidad, lo que hizo que ella le respondiera de la misma forma.
El hombre se veía joven, tal vez tendría unos veinticinco años, tenía el cabello negro y ojos cafés con la piel ligeramente bronceada.
— Buenas noches señorita, ¿En qué la puedo ayudar? — Le preguntó cordial.
Ella bajó su estuche y la puso recostada en el piso del mostrador.
— Buenas noches, si bueno, mis hermanos me dijeron que me compraron un departamento y creo que esta es la dirección. — Respondió mirando su celular. — Si, aquí es.
— Su nombre, por favor. — Pidió presionando unas teclas.
— Skylar Winchester. — Contestó guardando de nuevo su celular en su pantalón.
— Skylar Winchester. — Escribió el hombre y luego la miró sin borrar esa sonrisa. — Efectivamente, en el piso 4 habitación 14. — Le entregó unas llaves y ella las tomó junto a su guitarra. — Y señorita, el estacionamiento está habilitado para que pueda guardar su motocicleta. — Le informó.
— Muchas gracias. — Dijo y caminó directo hacia el ascensor.
Caminó por el pasillo hasta detenerse en una puerta blanca con los números 14 escritos. Bingo.
Al entrar se quedó asombrada de ver lo hermosa que era, tendría que preguntarle a Sam y Dean que trucos habrán hecho para conseguirle y pagar un lugar así. Dejó sus cosas en la habitación principal y se acostó en la cama, después se ocuparía de mirar con detenimiento su nuevo hogar.
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Su alarma sonó a las 7 A.M. Era hora de ir a la escuela, y ella la odiaba con fuerza.
La escuela nunca fue su fuerte, además de ser muy avanzada gracias a las clases que tuvo con Sam, Skylar nunca fue muy buena socializando con otras personas, por eso la mayoría de las veces se la pasaba sola, ya que nadie podía con su sarcasmo o con su personalidad explosiva.
Se dió una ducha con agua tibia, muy relajante, con una bata puesta llegó a su habitación y buscó la ropa que se pondría, sonrió al verla, sin duda alguna la luciría.
