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SKYLAR ABRIÓ LOS OJOS AL ESCUCHAR VOCES. Con cuidado se fue reincorporando para sentarse, pero un fuerte dolor se apoderó de su cabeza, haciendo que soltará un quejido por la fuerte punzada y que cerrara los ojos.
Al segundo la puerta fue abierta abruptamente, por la que entraron varias personas, lo sabía porque se escuchaban varias pisadas, y más de una presencia.
Poco a poco fue abriendo los ojos notando quienes eran.
— Hola chicos. — Susurró.
— Ten. — Habló Scott extendiendo su mano, mostrando en ella unas pastillas.
La chica las tomó junto al vaso de agua que Jacob le ofrecía. Se las tragó de inmediato para que no perdieran en hacer efecto.
— ¿Qué sucedió? — Preguntó ya sintiéndose mejor.
— Pues en resumen. Llegaste con mucha alegría al departamento de Allison. Decías muchas cosas raras. Después nos enfrentamos a.... ¿Cómo se llamaba? Ah, si, a Kincaid. Perdimos. En eso aparecieron ustedes y nos ayudaron un poco nada más. Para terminar encontramos el dedo y tú... Bueno, tu nos culpaste de todo. Nos insultaste pero nada fuera de lo común. Luego te fuiste. Pero como te tambaleabas tanto decidimos seguirte. Entonces Lydia gritó cuando te vió caer al suelo y te trajimos aquí. Fin.
Todos miraron a Isaac incrédulos, mientras lo Skylar procesaba. Aunque solo pudiera recordar algunas cosas, pero nada sobre desmayarse ni antes.
— Que delicadeza Isaac. En serio. Un aplauso para ti. — Comentó con sarcasmo Jacob aplaudiendo con una falsa sonrisa.
El rubio hizo brillar sus ojos dorados mientras el otro sacaba sus garras y mostraba sus colmillos.
— ¡Suficiente! — Gritó una voz autoritaria haciendo sobresaltar a todos en la habitación. — ¿Qué creen que hacen? — Melissa entró con las manos en la cadera. De inmediato los lobos volvieron a la normalidad. — Mi hija necesita estar tranquila y vienen ustedes a querer golpearse como dos animales que no saben responder más que con violencia, pero incluso los animales resuelven mejor las cosas que ustedes dos. — Ambos bajaron la cabeza apenados. — Ahora, disculpese con mi hija por esta falta de respeto.
Los dos se miraron con enojo, pero al ver la mirada de fiera que tenía la enfermera no dudaron en decir: — Lo sentimos, Skylar.
Los demás en la habitación se mordían los labios para no reír por semejante escena. Skylar carraspeó y sonrió burlona.
— Aceptó sus disculpas.
Después de eso todos se despidieron para dejar a la chica descansar.
