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NO SABÍA EN QUÉ MOMENTO MALIA HABÍA LLEGADOA ella y la había ayudado a sentarse con su espalda apoyada en la pared. Podía escuchar su nombre siendo llamado por su amiga, la cuál le sostenía el rostro, pero su mirada no estaba en ella sino en el cuerpo de la chica que no pudo salvar.
No entendía porque le afectaba tanto, ya había pasado por eso antes en las cacerías. Hombres, mujeres, incluso hubo niños que no pudo salvar, fue difícil aprender a vivir con eso, pero aún así lo logró sabiendo que no siempre se pueden salvar a todos.
Ahora era distinto, no había vívido mucho su infancia como una niña normal; en vez de muñecas hubo armas y cuchillos, en lugar de aprender en una escuela lo hizo por medio de libros en el búnker de sus hermanos adoptivos. Y su adolescencia se ha basado en perder a su familia, amigos, a estar al borde de la muerte y pelear para poder sobrevivir y proteger a otros.
Un dolor en su mejilla la hizo reaccionar haciendo que una mueca de dolor apareciera en su rostro, sintiendo como se calentaba esa zona de su cara.
— Lo siento. — Skylar miró a Malia. — No pensé en otra forma para hacerte reaccionar.
— No hay problema. — Susurró.
El sonido de pisadas las hizo girar, viendo como Scott, Stiles, Deaton y el Sheriff entraban.
— Skylar, Malia. — Scott se acercó viendo el cuerpo de Tracy. — ¿Qué hicieron?
— ¡No fuimos nosotras! — Exclamó Malia mientras ayudaba a Skylar a levantarse. — ¡Fueron unos sujetos con máscaras!
Por las miradas que les dieron fue obvio que no les creían.
— Es la verdad. — Habló la chica mirando a su mellizo.
— ¿Entonces por qué tiene herida de una daga en su hombro? — Cuestionó agachándose para recoger algo del suelo. — ¿Le ibas a disparar? — Le preguntó frunciendo el entrecejo.
Entonces Skylar se dió cuenta, su hermano no le creía.
Con pasos firmes se acercó a él y le arrebató el arma de su mano.
— Me importa un carajo si no me crees, ese es tu maldito problema.
La castaña se dió la vuelta y caminó ignorando los llamados de los demás. Suspiró y entonces recordó a Lydia, el miedo se apoderó de ella por lo que empezó a correr. Cuando llegó vió como subían a su amiga a una camilla.
— Bonita. — Asher llegó a su lado. — Vamos al hospital.
No dijo nada y solo lo siguió subiéndose a su moto mientras su amigo conducía.
