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SKYLAR HABÍA DESPERTADO. VEÍA EL TECHO BLANCO del hospital y escuchaba los sonidos que hacia la máquina de su monitor cardíaco.
No sabía cuánto tiempo había estado dormida, pero si sabía que durante más tiempo haya estado inconsciente su cuerpo y su cerebro más tardaría en volver a como estaba antes.
Por lo que empezó con algo fácil. Comenzó moviendo sus dedos de las manos y los pies.
Le costaba, parecía que eso gastaba muchas de sus energías. Pero no iba a parar hasta poder mover todo su cuerpo.
Estiraba y contraía los dedos de cada músculo, repitiendo una y otra vez. Al ya tenerlo dominado se dedicó a estirar y mover sus manos y pies.
Fue un poco más difícil pero podía hacerlo. Cada cinco minutos miraba hacia la puerta esperando que alguien entrara y la notara. Pero nada sucedía.
Movió su cuello a los lados, tronando esa parte, se notaba que no se había movido mucho.
Tomó una profunda respiración y contrajo las piernas, haciendo que quedarán flexionadas contra la cama. Eso hizo que apretara los dientes mientras cerraba con fuerza los ojos.
Eso había dolido.
Esperó unos segundos y luego las bajó, volvieron a doler pero era soportable. Y así continúo un tiempo hasta que el dolor desapareció, pero solo un poco.
Con muchas de sus fuerzas levantó sus brazos hasta que pudo verlos extendidos hacia el techo, los bajó y los dobló haciendo que sus puños quedarán cerca de su cara.
Cuando ya estaba segura de poder mover la mayor parte de su cuerpo decidió descansar un rato. Necesitaba tomar fuerzas si iba a levantarse, al menos hasta que alguien se dignara a aparecer y la viera.
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Skylar abrió los ojos ante el sonido de unos quejidos, parecían quejidos de un hombre, aunque por la voz chillona imaginaba que se trataba de un niño.
Supuso que se había quedado dormida durante horas porque el sol ya se estaba ocultando, y cuando ella despertó parecía de tarde.
Respiró profundo y se dió ánimos para lo que iba a hacer. Dobló sus brazos colocando sus manos en el colchón, y con eso se impulsó levantando la parte superior de su cuerpo. Pudo escuchar y sentir como cada hueso de su columna tronó por ese movimiento.
En vez de quejarse le pareció aliviador, por lo que siguió sus piernas, las llevó a un lado de la cama mientras se iba moviendo de lado. Quedando por fin sentada. Quitándose los cables de su pecho.
