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SKYLAR CAMINABA JUNTO A SUS AMIGOS PORLOS pasillos del instituto recibiendo felicitaciones, halagos y bienvenidas de los alumnos y los maestros. Algunos solo se les quedaban viendo, ya que era nuevos y solo habían escuchado rumores de ella. Aparte de ver con un poco de envidia al grupo, pues eran los más populares de la escuela.
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Skylar salía de la oficina del director revisando unos papeles de sus estudios. No le había sido muy difícil el reclamarlos y pedirle al director unos días para poder volver a retomar sus clases, ya que se podía notar a la chica cojeando ligeramente y también que sus manos temblaran de vez en cuando sin darse cuenta. Tenía secuelas del accidente.
Se recargó en la pared mientras se mordía el labio y leía atentamente los documentos, pero entonces, una extraña conversación llamó su atención.
—Liam, ahora somos hermanos.
Skylar frunció el entrecejo.
— La mordida. La mordida es un regalo.
— Scott, por favor para.
La castaña asintió de acuerdo aguantando las ganas de reír. Su hermano algunas veces se portaba como un idiota.
El rubio se alejó de ellos demostrando que ya no tenía la mordida. Solo comprobó que era un hombre lobo.
— Perdona eso. — Liam se detuvo saltando asustado por la repentina aparición. — Y también esto. — La chica rió guardando los papeles en su bolso antes de mirarlo mientras lo acomodaba en su hombro. — Mi hermano suele ser algo extraño. — Dijo haciendo una mueca, provocando que el rubio riera.
— Si, creeme que lo noté. — Comentó con gracia.
— Ya todos entraron a clase. — Dijo mirando los pasillos solos, detuvo su vista en el menor y le sonrió inclinando su cabeza a un lado. — ¿Quieres entrar y que te castiguen por llegar tarde o te apetece pasar un rato conmigo?
Liam levantó una ceja. — ¿Contigo? — Ella asintió. — ¿Una desconocida? — Skylar se llevó una mano al pecho fingiendo estar ofendida mientras abría la boca indignada.
— ¿Desconocida? — Exclamó y puso sus manos en su cintura. — Y yo que creí que nuestro momento en el hospital fue especial — Miró hacia otro lado y se quito una lágrima falsa, el chico apretaba los labios evitando una risa. — Me lastimas Li, me lastimas bastante.
Ambos se soltaron a reír, ese pequeño momento de diversión era lo que les hacía falta, pero todo se esfumó cuando escucharon pasos acercarse a ellos.
