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DESPUÉS DE QUE REGRESARÁN A SU CASA SCOTT, Skylar y Isaac no hablaron nada del tema de la cazadora, lo cual Skylar agradecía.
Scott había salido a llevarle la cena a Melissa al hospital, mientras Skylar y Isaac veían una película en la habitación del último. Estaban sentados en la cama, apoyados en el cabezal de la misma.
— Y.... — El rubio carraspeó y disimuladamente pasó su brazo por los hombros de la chica quien sonrió de lado. — ¿Te... Te puedo hacer una pregunta? — Se atrevió a decir.
— Claro. — Respondió con tranquilidad metiendo un bocado de palomitas a su boca.
— ¿Tú... Tú aún... Aún lo quieres? — El chico estaba nervioso y eso le causó gracia a la chica.
— ¿A Scott? Yo lo adoro, es mi hermano...
— No te hagas la loca Skylar. — La interrumpió un poco desesperado. — Sabes que habló de Jacob.
— Ya te lo había dicho antes Isaac. — Contestó sin dejar de ver la película. — El primer amor nunca se olvida. Los sentimientos que sentiste con esa persona son fuertes por el simple hecho de que fue la primera persona a quien amaste de esa manera. — Ella suspiró y lo miró. — Pero eso ya quedó en el pasado, y quiero seguir con mi vida. Sin él. — Apretó los labios.
Isaac se quedó en silencio pensando y finalmente asintió
— Sabes, no hablamos sobre el beso que me diste ese día. — Comentó haciendo que ella riera.
— Ibas a tener un ataque de pánico, y con agregar que eres un hombre lobo probablemente nos hubieras descuartizado, bueno solo a Allison. Seguro yo te hubiera apuñalado y... — La chica no pudo seguir hablando cuando sintió una presión sobre sus labios.
Isaac la estaba besando.
Las palomitas abandonaron el lugar en la cama y la película en la televisión siguió sin ellos prestarle la más mínima atención. Sobre todo cuando Skylar tomó el control de la situación y se sentó sobre el rubio profundizando el beso.
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— ¡Skylar! ¡Isaac! ¡Necesito decirles algo! — Los llamaba Scott entrando a la casa.
Del segundo piso se escuchaba pasos rápidos y quejas de personas. Scott subió las escaleras y justo en ese momento aparecieron los susodichos, estaban despeinados, con la ropa arrugada y las respiraciones agitadas, provocando que el chico se detuviera abruptamente.
