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MIRA SU TELÉFONO CON DUDA MIENTRAS GOLPEA con sus dedos la mesas del comedor. El hombre deja la taza de café y toma su mano, haciendo que lo mire.
— ¿Qué te está atormentado, cariño?
La chica suspira con cansancio y niega con la cabeza.
— No sé cómo hacerlo, no sé por dónde empezar.
— Qué tal si empiezas pidiéndole perdón. — Le sugiera haciendo que riera secamente.
— No entiendes papá Sam. Las cosas que le dije, la forma en que lo hice. — Mira el suelo y murmura. — No merezco su perdón.
— Todos merecemos perdón, y todos debemos perdonar.
— ¿Todos?
— En mi experiencia, no siempre. — Niega haciendo una mueca. — Pero si son personas que estuvieron siempre apoyándote, cuidándote, y cuando más los necesitaste. — Le sonrie. — Entonces sí, merecen perdón. — Skylar frunció el ceño por la forma tan sugerente en que se lo dijo. — Y Asher lo sabe, solo está esperando que tú te des cuenta. ¿Crees que te mereces a alguien como él?
— ¿Alguien tan bueno que sin importar cuántos golpes le de la vida siempre vuelve a levantarse? ¿Alguien que siempre está dispuesto a pelear por las personas? ¿Que estará cuando más lo necesites y nunca pedirá nada a cambio?
— Alguien que sabe perdonar. — Agrega el hombre.
Dean aparece caminando por el pasillo mientras se colocaba la chaqueta.
— ¿Todo bien?
Skylar le sonríe y asiente. — Todo bien.
El hombre asiente y toma una dona de la mesa. — De acuerdo.
Unos minutos después los mayores tuvieron que salir, diciéndole que iban a investigar algo nada fuera de lo común.
La chica se quedó sola y tomando una respiración por los nervios llamó, decepcionándose cuando la mandaron directo a buzón.
— Ehh, hola Ash, soy bueno, yo, Skylar. — Tragó saliva y miró el techo. — Quería.... — Suspiró cerrando los ojos. — Quería pedirte perdón. Hubiera preferido que fuera frente a frente pero no sé dónde estás.
Rió torpemente y se rascó el cuello.
— Esa noche, no sé lo que me ocurrió. — Frunció el entrecejo. — Estaba molesta, estaba muy enojada y descargué toda mi ira en ti. En alguien que no se lo merecía.
