Capítulo 33.

6.2K 548 875
                                    

NO HABÍA ESPERADO QUE NOAH REALMENTE INTENTARA SER MI AMIGO.

No había pensado mucho de su sugerencia en el momento, solo aceptado; por más extraño que fuera en mí no sobreanalizar cada movimiento de otra persona, con Noah no lo había hecho. Claro que eso había cambiado progresivamente durante la semana, con cada noche siendo ocupada por mis dudas y preguntas que nunca serían respondidas.

Llegado el viernes, ya tenía tres teorías sobre por qué Noah Tanner quería ser mi amigo.

—Hace frío —refunfuñé, hundiéndome más en mi abrigo.

—Es invierno. —Noah se encogió de hombros.

—¿Y a ti te llaman el tipo más inteligente de la escuela? —comentó Matt antes de pasar un brazo por mis hombros y abrazarme a su cuerpo.

Lo acepté solo porque en parte él parecía nunca estar frío y realmente necesitaba el calor extra, en parte porque la manera en que Noah apretaba la mandíbula cada vez que Matt hacía algo así era lo más gracioso del mundo.

Formábamos un trío extraño y accidental. Noah me había invitado a la salida de la escuela al mismo lago donde habíamos ido lo que se sentía como años atrás. Dita se había ido corriendo por motivos misteriosos, como siempre, así que mi única opción había sido el pobre chico que solo había estado bajando las escaleras en el momento correcto. No había dudado dos veces en extenderle la invitación y él, siendo Matt Talbi, no lo había pensado ni un segundo antes de aceptar.

Noah lo toleraba solo porque yo había jurado que nunca más le hablaría si no dejaba que Matt nos acompañara.

Sentada al borde de la roca más alta, con los pies colgando al vacío y cada chico a mi lado, seguía sin arrepentirme de mi decisión. Matt era el punto extrovertido y directo que necesitaba entre Noah y yo ahora que nuestra relación era tan extraña.

—No digas esas cosas —susurré para Matt aunque sabía que Noah estaba escuchando—. No necesita que el ego se le suba aún más. Podría acabar estallando.

—¿Su cabeza o su ego? Porque la primera no sería tan mala...

—Lo único que estallará aquí —espetó nuestro tan amistoso compañero—, será tu nariz con mi puño si no cierras la boca.

Conteniendo una carcajada, me separé de Matt, ya que me estaba comenzando a doler la espalda, y estiré mis brazos sobre mi cabeza mientras bostezaba—los viernes siempre eran los días más cansadores gracias a la querida Renée. Llevé mi vista al lago, que estaba algo congelado. La roca donde estaba sentada amenazaba con convertir mi culo en un pedazo de hielo y no sentía ni mi nariz ni mis orejas, pero ninguno de los tres parecía querer irse. Había algo tan pacífico en el silencio, la soledad del lugar, que me atraía como una mosca a la luz.

—Quinn se enojará —dije de pronto.

—¿Quinn? —Noah frunció el ceño—. ¿Por qué?

—Matt y yo estamos aquí.

—¿Qué, es propiedad privada de la princesa? —soltó el otro.

—Deberías cuidar tu tono.

Comenzaba a arrepentirme de mi idea. ¿A quién se le ocurría que juntar a Matt y Noah podía salir bien?

—¿O qué?

—Quinn no se enojará —me dijo Noah, ignorando a Matt—. No por ti, y Matt no le interesa en lo más mínimo.

Volvimos a caer en silencio, hasta que se me ocurrió tomar la mano de Matt entre las mías y sentí dos pares de ojos caer sobre mí.

—¿Qué haces? —Matt sonaba horrorizado.

El Manuscrito (#1)Where stories live. Discover now