Capítulo 49.

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A ESA ALTURA DEL AÑO, YA NO ME SORPRENDÍA CUANDO LAS COSAS SE DABAN PARA MAL.

Lo que ocurrió por la mañana fue similar al mundo derrumbándose.

—¡Olivia Stacey!

No fue el grito únicamente lo que me despertó—aunque mierda si era fuerte—, sino la suma a los aporreos contra la puerta de mi cuarto, como si hubiera una legión entera intentando abrirla. No pensé mucho y volví a acurrucar la cabeza en el hombro de Noah.

—¡Olivia! —mi padre volvió a gritar.

Se cansó de ser cordial.

Abrió la puerta con una violencia que se estrelló contra la pared, rebotó, y tuvo que volver a patearla. Salté lejos de Noah en un segundo.

Me aclaré la garganta y bajé mi remera por mis muslos, actuando como si tener a mi padre con una vena a punto de explotar en la frente fuera lo de todos los días.

—¿Qué es esto? —continuó gritando, a pesar de estar a unos metros. Le vi salir saliva con sus palabras—. ¡Bajo mi propio techo!

—Eh... —Volví a carraspear—. ¿Necesitas algo?

Oí las patas de Ares antes de verlo intentar y fallar dos veces en lograr saltar a mi cama, lo que me hizo reír. Me llevé una mano a la boca al notar que la nariz de mi padre empezaba a aletear. Esa imagen no ayudaba a contener mis carcajadas.

—Quiero a eso —señaló a Noah, que indudablemente estaba pretendiendo dormir—, abajo en cinco minutos. Si es necesario lo patearé hasta afuera yo mismo. Y a ti te quiero abajo en diez con la maleta lista.

—¿Qué? ¿Maleta? No me echarás por esto, ¿cierto?

—Tú haz la maleta. Preguntas luego.

Se fue sin decir más—y sin cerrar la puerta.

Sentí a Noah sentarse.

—No creo que te esté echando —dijo—. No creo que pueda hacerlo, siquiera.

—¿Por qué más tendría que empacar? —Bufé—. ¿Vacaciones familiares?

Casi una hora después—porque hacer la maleta, cuidar de mi nueva y jodida perforación y besar a Noah era imposible de lograr en menos tiempo—bajamos a la cocina.

—Genial —murmuré.

Sentados en los taburetes estaban Heather y Hunter de un lado, Veronica y mi padre del otro. La familia completa.

—Olivia. —Veronica sonrió—. Ven, siéntate. Les haré café.

—Tú —mi padre señaló a Noah—, afuera.

—No lo puedes echar antes de que desayune, Vicente. Ahora dale tu lugar, vamos.

Veronica y mi padre se metieron en una batalla silenciosa, hasta que él suspiró y le ofreció su lugar a Noah, quien comenzó a negarse hasta que lo empujé suavemente. Se sentó a regañadientes, yo a su lado.

—Es algo tarde —comentó Veronica desde su lugar junto a la cafetera—, pero si nos apuramos no deberíamos llegar más de veinte minutos tarde a tu sesión.

Asentí, aunque lo que menos quería era ir a terapia a tales horas. Con razón me había costado oír los gritos de mi padre.

—Llevaré las cosas al auto —anunció mi padre—. Quiero la casa vacía antes de que se vayan. Eso incluye a la chica esa en el sofá. Y a Afrodita. —Señaló a Hunter con una ceja arqueada—. Y al chico que tienes en tu cama. —Llevó el dedo a Heather.

El Manuscrito (#1)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin