Extra 2.

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hola bueno por si no saben hoy es festejo internacional (aniversario de noah y olivia le dicen) así que va esto. como dije con el extra anterior y en tw este es un capítulo que escribí hace un millón de años y que decidí sacar de la versión final del libro (me van a odiar cuando lo lean, creo) más que nada porque lo odio pero también porque ya estaba en un punto del libro en que mejor dejar de dar vueltas y pasar a lo grande. entonces no le busquen coherencia con el resto del libro ni con los capítulos que vendrían después (este iría entre el 46 y el 49) porque obviamente saqué toda mención de lo que pasa acá como si nunca hubiera existido.

y eso,,,,, no vuelvo a aparecer por acá hasta que publique el próximo libro. ah y algo que debería haber dicho hace cinco meses pero me olvidé, es que me sigan o acá o en instagram o en twitter para saber cuándo lo voy a publicar a menos que hayan encontrado otra manera como palomas mensajeras o algo entonces todo bien. chau

———

 NOAH:

Tal era el ruego de Dido, el que transmite la infortunada hermana a Eneas entre lágrimas una vez y otra vez. Pero a él no le conmueve llanto alguno ni hay ruego a que se allane. Los hados se lo impiden; cierra el cielo a la clemencia los oídos de Eneas. Como cuando los vientos de los Alpes porfían en descepar con sus embates por un lado y por otro a una encina cuajada a fuerza de años...

Me callé al sentir que Olivia se movía más cerca de mí en la cama, quedando con su brazo rozando el mío.

—¿Qué? —preguntó, llevando la vista de la copia de la Eneida que apoyaba contra mis piernas a mí—. Sigue.

—Sabes, podrías leer tú misma.

—Mucho trabajo. —Bostezando, apoyó la cabeza en mi hombro. Debía tener demasiado sueño como para hacer un gesto tan íntimo. Dejé una mano sobre su muslo, desnudo al solo llevar puesta una camiseta—. Me aburre este libro.

—Tienes muy mal gusto.

—No. Solo a ti te gustan los libros que dan en la escuela.

La estaba ayudando—o intentando hacerlo—a estudiar para su examen de Latín que tendría la siguiente semana. Yo había tenido el mío esa misma tarde. Ya habíamos cubierto la parte de análisis sintáctico y ahora quedaba el texto pesado—para ella; yo lo amaba—que era la Eneida. Afrodita también había estado estudiando con nosotros, pero se había ido del cuarto tiempo atrás al oír la puerta de entrada de la casa. Mi suposición era que Hunter había llegado.

—¿Estás prestando atención? —pregunté, casi un regaño, al tiempo que empezaba a trazar lentos círculos en el interior de su muslo con el pulgar.

Palmeó mi mano, sus ojos entrecerrados, diciéndome que sabía lo que estaba haciendo.

—Lee. O si repruebo, va a ser tu culpa.

Era su tutor. Si ella reprobaba, sería como si yo lo hiciera.

Continué:

Resuena su crujido, alfombran con sus hojas la tierra las ramas sacudidas, pero ella permanece adherida a las rocas y cuanto alza su copa a las auras del cielo tanto hunde en el abismo sus raíces, así baten al héroe por un lado y por otro llamadas incesantes y su gran corazón siente en lo hondo el taladro de la angustia, pero su voluntad permanece inflexible y van rodando sus lágrimas en vano.

Aunque ahora sí había una pausa en el texto, no fue por eso que frené. Olivia abriendo más sus piernas fue el motivo.

Le di un vistazo. Sus párpados estaban algo caídos, y me miraba como si en lo que menos estuviera pensando al oírme fuera en lo que estaba leyendo. Le di un leve apretón.

El Manuscrito (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora