Prólogo

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El ruido del cercano mar era opacado por el sonido de la batalla que se estaba llevando a cabo en ese bonito acantilado que el omega ya había visitado.

Louis podía percibir la furia de todos allí, las emociones a flor de piel, las emociones cegando a todos los presentes como si de la mismísima oscuridad se tratara, percibía la ira, el miedo, sobre todo percibía el miedo de las personas peleando por lo que era correcto, por salvar a los de su especie, por ayudar a un amigo, por ayudar a las minorías oprimidas porque solo los más fuertes ayudaban a los débiles, por terminar ese infierno que había empezado siglos atrás por un reino envidioso que no quería la magia, por un horrible reino que solo quería poder y sangre, un tirano en todas las letras de la palabra.

Sentía la adrenalina al máximo, podía oír su propio corazón en sus oídos, aturdiéndolo, sentía la sangre de su enorme y profunda herida recorrer sus venas y bajar por su cuerpo, desde el pecho hasta el piso, goteando rápidamente en el pelaje de su bestia, desangrándolo lentamente, pero él solo podía pensar en una cosa al verlo a la lejanía, a punto de caer por el acantilado, a punto de morir de una horrible manera, ahogado en el turbulento y negro mar.

El alfa no podía morir... simplemente, no podía, no podía permitirlo.

Harry era una gran persona, un gran alfa, un gran rey, incluso aunque no le gustara serlo, pero sobre todo era un buen amigo, un muy buen amigo que lo trataba con toda la paciencia del mundo, era simplemente la mejor compañía que él hubiera tenido en toda su vida y el solo pensamiento de que ya no estuviera más allí, que ya no lo vería, lo asustaba a niveles que nunca creyó llegar por nadie, menos como los que estaba teniendo por él, por esos feos y confusos sentimientos igual de turbulentos que el mar que amenazaba con matar al rizado.

No, no iba a permitirlo, obviamente no iba a dejarlo morir y menos sabiendo que era por su culpa, él le había dicho que fuera, él le había dicho que fuera hasta la bruja que ahora dictaba su sentencia mortal, vida o muerte, eso lo estaba decidiendo un horrible ser lleno de oscuridad, y tomara la opción que tomara, él se encargaría de que el resultado fuera la vida.

Se subió en un solo movimiento a su bestia blanca y alada y voló hasta él atravesando en un segundo, como un rayo, todo el enorme campo de batalla, arriesgando su vida y la de todos los presentes que dependían de él y su enorme poder, pero debía salvarlo, debí salvarlo a toda costa.

Y mientras el rizado caía hacia el revoltoso, profundo y negro océano al que la bruja lo había lanzado con sus poderes, solo podía pensar en un omega, en un hermoso, en un maravilloso, espectacular, terco y castaño omega de ojos azules tan hipnotizantes como el cielo mismo, un omega que era suyo.

Bueno, técnicamente aun no lo era.

Louis no era su omega porque no habían arreglado las cosas la noche anterior, no habían hablado de cosas tan importantes como lo era sus lobos reconociéndose a sí mismos después de milenios lejos, no lo habían podido hablar y sabía que ya no lo podrían arreglar nunca, no había magia que lo salvara de esta, ni siquiera la inmensa magia de su omega lo ayudaría porque ya era tarde, muy tarde, el destino lo querría muerto y, en unos segundos, muerto estaría.

Al menos sabía que con su ejército, los aliados que tenían, los tres brujos, los elfos y los animalium ganarían la guerra, liberarían a esas tierras del dominio de una horrenda nación y ganarían después de siglos luchando, ganarían incluso aunque él perdiera todo lo que había querido para su extraña vida, al único que le dolería perder, al único que le dolería dejar de ver sería a él.

Cerró los ojos esperando el fuerte impacto en el mar o las rocas a su alrededor, un impacto que lo mataría al instante, y rezando por verlo una vez más, tal vez en el más allá, tal vez en otra vida, pero debía verlo nuevamente, debía....

Runaway [Larry Stylinson]Where stories live. Discover now