10. El horrible pasado

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Su hijo empezaba a confiar en él.

Lo sabía muy bien, no era necesario que le dijera nadie, no era necesario que lo llamara padre, no era necesario que se lo dijera él mismo, pero sabía que se estaba abriendo con él, con ellos.

Y ese cambio no solo estaba ocurriendo con esa pequeña familia de cuatro, parecía que el omega castaño estaba desarrollando vínculos fuertes de amistad con más seres vivos que no fueran Galt.

Le tenía mucho cariño a sus hermanas, estaba con ellas una enorme parte del día y lo habían hecho reír, sonreír y hacer que les contara cosas, hablando de él, de lo que le gustaba, lo que no.

Y también le tenía algo de aprecio a Liam, Zayn incluso a Ylva y Niall que acababa de conocer.

Pero a quien más confianza le tenía era a cierto alfa rizado que gobernaba el reino en el que vivían felizmente.

Eso era más que obvio, y se había confirmado por completo el día que el castaño dejó que el rizado lo acompañara a su cuarto y lo dejara quedarse allí con él hasta poder dormirse.

Y eso era tan raro porque nadie, ni Björn ni sus dos hijas, habían estado allí antes, no habían entrado a su cuarto y eso que eran familia.

Parecía que el alfa y su constante presencia era la razón de que el castaño se abriera con los demás, como si le hubiera enseñado a confiar en la gente después de mucho tiempo, como si le hubiera enseñado a no tener más miedo, como si le hubiera demostrado que aún había gente buena como él, como si hubiera borrado sus preocupaciones de ser abandonado nuevamente, como si le hubiera dicho que nunca más estaría solo.

Se notaba a leguas que ellos dos tenían una conexión, en ese momento no necesariamente una conexión tan fuerte como de alfa y omega, aunque sabía que en algo de tiempo sería así.

Él lo había visto venir en una de sus visiones y nunca le había dado importancia, nunca le había dado tantas vueltas a ese asunto porque aún lo veía lejano, tan lejano como el horizonte del mar, en ese punto entre el agua salada y el cielo azul.

Claro, hasta ahora, que lo tenía enfrente de sus narices, ahora que ya lo estaba viviendo en carne propia.

Ahora todo tenía sentido, todo lo que había visto antes tenía sentido, todo lo que sería de su vida, todo lo que sería de esa familia, de él mismo.

Y sabía que debía decirle la verdad, sabía que debía advertirle de muchas cosas, pero no sabía cómo hacerlo y si  su hijo le creería, si dejaría de confiar en él o se echara para atrás por haberlo asustado con el futuro.

Y no quería arruinar la relación que poco a poco estaban formando y con tanto esfuerzo.

No quería que se enojara con él o  que se confundiera más y dejara de confiar en él porque su alfa no lo resistiría, no podría soportar el rechazo de alguno de sus hijos.

Menos con uno con uno tan noble como él, con el que no llevaba mucho tiempo viviendo, con el que sabía que no tendría mucho más.


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Harry estaba más que estresado.

Esa última semana había estado ocupado desde que salía el sol hasta mucho después que se ocultaba, andaba más que atareado con la preparación del baile para sus aliados y entrenando su ejército junto con Liam, a quien Ylva había dejado delegado para tomar todas las decisiones importantes mientras ella no estaba.

Runaway [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora