𝐕𝐄𝐍𝐓𝐈𝐔𝐍𝐎

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"Investigar o tal vez no..."

Ya han pasado tres semanas, Bright ya no viene a verme, aunque el siempre trata de hablar conmigo en la escuela, yo lo evito. ¿Por miedo? Si, y porque no quiere decirme la verdad, y eso me abruma. Esta semana he tratado de investigar sobre el pero hay piezas aún regadas en el piso que debo recoger y ensamblar ya armé la primera parte, descubriendo que era el quien me acosaba y irrumpía en mi recamara todas las noches, pero ahora se formularon nuevas preguntas, y necesito hallar respuestas. Y para eso vine aquí al centro de Chicago, para averiguar todo, encontré una librería en internet que decía tener libros al respecto así que por eso estoy aquí. No hubo problema en encontrar la librería, pero no tenían lo que buscaba. Los escaparates estaban llenos de vasos de cristal, dream catchers y libros sobre sanación, cosas raras. Ni siquiera entré. 

Desde fuera vi a una mujer de cincuenta años con una melena gris que le caía sobre la espalda. Lucía un vestido de los años sesenta y sonreía cordialmente detrás de un mostrador. Entre a la tienda y me adentré en los pasillos, había un montón de cosas, que ni sabía para que servían, me paré en silencio mientras leía con detenimiento las portadas de cada uno de ellos. Voltee mi cabeza hacia la derecha en donde estaba la señora había una caja en el mostrador que llamó mi atención, tenía la palabra "Gratis" escrita en ella me acerqué a la señora y amablemente le pregunté sobre la caja, ella sin dudarlo dos veces me la dio, diciendo que era cosas sin valor y que nadie quería comprarlas. 

Caminé hasta la esquina y coloqué la caja en la cesta de en frente de mi bicicleta, me monté y me dirigí a casa, tenía muchas cosas en que pensar, no sabría si allí encontraría lo que buscaba, pero, sería bueno intentarlo ¿No? Seguí pedaleando una cuadras más hasta que me di cuenta de que estaba perdido, giré hacia la derecha porque se me hacía un poco conocido, pero al cruzar otra calle comencé a darme cuenta de que iba en la dirección equivocada. Los pocos viandantes que había visto se dirigían hacia el norte y la mayoría de los edificios de la zona parecían almacenes.

 Decidí dirigirme al este en la siguiente esquina y luego dar la vuelta detrás de unos bloques de edificios para probar suerte en otra calle y regresar al paseo marítimo. Un grupo de cuatro hombres doblaron la esquina a la que me dirigía. Yo vestía de manera demasiado informal para ser alguien que volvía a casa después de la oficina, pero ellos iban demasiado sucios para ser turistas. 

Me percaté de que no debían de tener muchos más años que yo conforme se fueron aproximando. Iban bromeando entre ellos en voz alta, riéndose escandalosamente y dándose codazos unos a otros. Salí pitando lo más lejos posible de la parte interior de la acera para dejarles vía libre, pedaleé  rápidamente mirando hacia la esquina, detrás de ellos. — ¡Eh, ahí! —dijo uno al pasar.  Debía de estar refiriéndose a mí, ya que no había nadie más por los alrededores. Alcé la vista de inmediato. Dos de ellos se habían detenido y los otros habían disminuido el paso. El más próximo, un tipo corpulento, de cabello oscuro y poco más de veinte años, era el que parecía haber hablado. 

Llevaba una camisa de franela abierta sobre una camiseta sucia, unos vaqueros con desgarrones y sandalias. Avanzó medio paso hacia mí. Entonces desvié la vista y caminé más rápido hacia la esquina. Les podía oír reírse estrepitosamente detrás de mí. — ¡Eh, espera! — gritó uno de ellos a mis espaldas, pero mantuve la cabeza gacha y doblé la esquina con un suspiro de alivio. Aún les oía reírse ahogadamente a mis espaldas. Me encontré andando sobre una acera que pasaba junto a la parte posterior de varios almacenes de colores sombríos, cada uno con grandes puertas en saliente para descargar camiones, cerradas con candados durante la noche. La parte sur de la calle carecía de acera, consistía en una cerca de malla metálica rematada en alambre de púas por la parte superior con el fin de proteger algún tipo de piezas mecánicas en un patio de almacenaje. 

Descubrí que anochecía cuando las nubes empezaron a juntarse, arracimándose en el horizonte de poniente, creando un ocaso prematuro. Al oeste, el cielo seguía siendo claro, pero, rasgado por rayas naranjas y rosáceas, comenzaba a agrisarse. Me había dejado la cazadora en el coche y un repentino escalofrío hizo que me abrazara con fuerza el torso. Una única furgoneta pasó a mi lado y luego la carretera se quedó vacía. Me sentí observado, escalofríos recorrieron todo mi cuerpo. "Quizás son solo cosas mías" Me dije a mi mismo, mientras miraba al rededor.

Me llevé una gran sorpresa cuando el auto de Bright se estacionó en frente de mí.


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Perdón por no actualizar temprano pero he tenido mucha tarea disfruten el capítulo.

¿Qué cosa creen que encontrará Win?

𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓 𝐒𝐌𝐄𝐋𝐋𝐈𝐍𝐆 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃¹© {BRIGHTWIN}Where stories live. Discover now