𝐓𝐑𝐄𝐈𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐃𝐎𝐒

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"Es mejor dejarlo así"

Oh, vaya, por favor trágame tierra. Básicamente, estoy desnudo con las piernas envueltas alrededor de Bright Vachirawit en su cocina con sus dos hermanos mirándonos. Peor aún, su miembro todavía está dentro de mí. Por mucho que quiera cubrirme, quiero acercarlo a mí y continuar. Me inclino más hacia adelante contra él ocultando mi cuerpo y mi cara. —Te das cuenta de que realmente necesito cocinar allí ¿Verdad?— La voz de First me hizo asomarme. ¿Él también está aquí?—Yo les dije que no se aparecieran por aquí hoy, que estaría ocupado ¿QUE CARAJOS HACEN AQUÍ?— Escucho a Bright gritar, su voz grave resuena en toda la habitación. Veo como todos sus hermanos salen de la cocina como si fueran el mismísimo correcaminos, se nota que el que manda es él.—¿Quieres seguir?— Me dice con un tono un tanto avergonzado y juguetón a la vez, mientras mete su nariz en mi cuello, y mueve sus caderas lentamente hacia mí.—Tus hermanos están aquí...— Le digo ¿No se suponía que debía estar enojado con él?¿Porque ahora no me quiero despegar? Debo, pero no quiero, pero también debemos hacer el trabajo para la escuela. Mierda.—Continuemos otro día...— 

 Aunque solo la metió por unos segundos, no pude  caminar bien, mis piernas están como fideos, tan temblorosas que tengo miedo de caerme

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 Aunque solo la metió por unos segundos, no pude caminar bien, mis piernas están como fideos, tan temblorosas que tengo miedo de caerme. Aunque por lo menos terminamos de hacer la tarea de historia. El señor Davis— ¡Qué hombre tan puntual!— entró a clase de espaldas llevando una gran mesa metálica de ruedas con un vídeo y un televisor tosco y anticuado. Una clase con película. El relajamiento de la atmósfera fue casi tangible. El profesor introdujo la cinta en el terco vídeo y se dirigió hacia la pared para apagar las luces. Entonces, cuando el aula quedó a oscuras, adquirí conciencia plena de que Bright se sentaba a menos de tres metros de mí, estaba demasiado lejos. La inesperada electricidad que fluyó por mi cuerpo me dejó aturdido, sorprendido de que fuera posible estar más pendiente de él de lo que ya lo estaba. Estuve a punto de no poder controlar el loco impulso de levantarme, extender la mano y tocarle, acariciar aquel rostro perfecto en medio de la oscuridad. Crucé los brazos sobre mi pecho con fuerza, con los puños crispados. Estaba perdiendo el juicio, desde lo que había pasado ayer. Mierda. Comenzaron los créditos de inicio, que iluminaron la sala de forma simbólica. Por iniciativa propia, mis ojos se precipitaron sobre él. Sonreí tímidamente al comprender que su postura era idéntica a la mía, con los puños cerrados debajo de los brazos. Correspondió a mi sonrisa. De algún modo, sus ojos conseguían brillar incluso en la oscuridad. Desvié la mirada antes de que empezara a hiperventilar. 

 No pude concentrarme en la película, ni siquiera supe de qué tema trataba. Intenté relajarme en vano, ya que la corriente eléctrica que parecía emanar de algún lugar de su cuerpo no cesaba nunca. Y sentía un hormigueo en mi entrepierna. De forma esporádica, me permitía alguna breve ojeada en su dirección, pero él tampoco parecía relajarse en ningún momento. El abrumador anhelo de tocarle también se negaba a desaparecer. Apreté los dedos contra las costillas hasta que me dolieron del esfuerzo. Exhalé un suspiro de alivio cuando el señor Davis encendió las luces al final de la clase y estiré los brazos, flexionando los dedos agarrotados.

—Vaya, ha sido interesante —murmuró Love. Su voz sonó algo extraño a mi parecer, como si estuviera  nerviosa, o me escondiera algo.

 —Mmm...sí.—fue todo lo que fui capaz de responder.

—¿Nos vamos?—preguntó mientras se levantaba ágilmente.

Llegaba la hora de Educación física. Entré en el gimnasio, mareado y tambaleándome un poco. Me dejé ir hasta el vestuario, donde me cambié como en estado de trance, vagamente consciente de que había otras personas en torno a mí. No fui consciente del todo hasta que empuñé la raqueta de tennis. No pesaba mucho, pero la sentí insegura en mi mano. El entrenador Smith nos ordenó jugar por parejas.

— ¿Quieres formar pareja conmigo, Win? — Me preguntó Gigie, de un momento a otro me vino cargo de conciencia, hice un gesto de disculpa. —Si claro, Gigie.— le dije con una amplia sonrisa. Me siento como un completo hipócrita, muy hipócrita. La clase no transcurrió sin incidentes. No sé cómo, con el mismo golpe me las arreglé para dar a Gigie en el hombro y golpearme la cabeza con la raqueta. Pasé el resto de la hora en el rincón de atrás de la pista, con la raqueta sujeta bien segura detrás de la espalda. A pesar de estar en desventaja por mi causa, Gigie era muy buena, y ganó ella solo tres de los cuatro partidos. Gracias a ella, conseguí un buen resultado inmerecido cuando el entrenador silbó dando por finalizada la clase.

—Win te quería preguntar algo...—dijo cuando nos alejábamos de la pista.

—¿Qué cosa?— Hablé con algo de nerviosismo, mientras avanzaba lo más rápido posible, dejando a Gigie, un metro detrás de mi.

—¿Te gusta alguien?— Me quede estático. Mientras trataba de librarme de la culpa que me estaba consumiendo. Oh Dios ¿Acaso ella ya lo sabe?¿Sabe que Bright me gusta?

—¿Te gusta Bright?— Me preguntó.


Sabía que esto pasaría..."Todo los cristales tienen su punto de ruptura, así como los secretos, algún día van a ser revelados"



𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓 𝐒𝐌𝐄𝐋𝐋𝐈𝐍𝐆 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃¹© {BRIGHTWIN}Where stories live. Discover now