Él situó una mano en la parte baja de mi espalda y descendió hasta atrapar una de mis nalgas. La apretó con una fuerza que hizo que mi vientre chocara contra la dureza de su pene, solté un gemido bajo, que solo fue audible para el. La punta de mi nariz y mis labios recorrieron la zona de su cuello con lentitud.—Parece que quieres tomar la iniciativa....Si es así entonces...—Por un momento hubo silencio absoluto, la tención iba en aumento. —Tócame— Su voz era un gemido, lleno de mando y lujuria, instándome a hacer exactamente lo que me pedía. —¿Q-qué?— Repetí impactado por sus palabras. Quería que él me follara pero...no pensé que me pediría eso.—Dije ... Tócame, Win— Me mordí el labio con algo de nerviosismo y bajé la cabeza ¿El quiere que yo lo toque? Bajé la mano que tenía en su pecho y la fui descendiendo como una caricia larga hasta que mis dedos llegaron al borde de la toalla. Metí mi mano allí y sostuve su miembro en un apretón. Estaba duro como una roca. Un gruñido bajo y erótico salió de él. Empecé a mover mi mano de arriba hacia abajo, mientras veía su rostro. Pronto tomó mi mano y la alejó. Separó aún más mis piernas con fuerza y las dirigió hacia arriba. Se quitó la toalla dejando ver su miembro erecto, curvado en forma de una "c" hacia su estómago. Varios gemidos salieron de mi boca cuando empezó a frotarse fuertemente contra mi, haciéndome estremecer y temblar.—¡Oh Bright!¡Más fuerte!~—Grité, la sensación era magnífica. Ya estaba a punto de llegar a mi orgasmo cuando se detuvo. Lo miré con una mueca de disgusto ¿Por qué para? ¿Por qué?—Quiero meterlo ahora.— Musitó masajeando mi entrada con sus dedos.—¿Qué te detiene?...—Le dije seguro de mi mismo. Sus ojos brillaron y una sonrisa traviesa se formó en sus labios, me tomó de la cintura y me volteó de lado, alzó mi pierna derecha, haciendo que mi tobillo chocara con su hombro y mi muslo con su abdomen. Colocó su glande en mi entrada, mientras yo observaba impaciente, creo que últimamente he estado muy hormonal. De pronto y sin aviso su gran virilidad entró, lenta y profundamente en mi interior. Empezó a moverse dentro de mi, haciéndome perder la cordura.—¡OH! ¡AH! ¡Mghm!¡BRIGHT MÁS FUERTE!— Gritaba sin cesar.
Pero lastimosamente ese momento de placer no duró ni cinco segundos, el rechinido de las escaleras hizo que el ambiente se congelara.—Win hijo ¿Estás ahí?—. Mierda.
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