Capítulo 19: Lección Potterica #2 - Clases de Control de Furia

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Harry deseó que su cerebro estuviera fallando. Deseó con todas sus fuerzas que sus ojos estuvieran sufriendo una clase muy extraña de alucinación y que no estuviera viendo como encima de la cabeza de lo que parecía ser una maestra de edad avanzada se leía el nombre de una de las tres Furias de la mitología griega.

Lamentablemente, su cerebro no le estaba fallando como en muchas otras ocasiones lo había hecho. Aquella anciana, según el juego, era Alecto, la propio Furia mayor que era conocida por perseguir implacable e insistentemente a los criminales que quería matar hasta el fin del mundo.

«¿Por qué está ella aquí?»—se preguntó, mientras veía como Percy saludaba a la «señora Dodds» (nombre falso que al parecer Alecto estaba usando, y que hacia recordar a Harry la forma en que su tía Petunia llamaba a Dudley) con nerviosismo (había visto también lo que se leía encima de su cabeza), antes de hacer una mueca y contestarse a sí mismo—. Pues obvio, Harry. Ella es uno de los sirvientes de Hades. Probablemente se enteró de alguna manera que Poseidón tuvo un hijo y vino a aquí con la intención de matarlo simplemente por haber nacido. No es como si se la pasara enseñando a niños por diversión, aunque probablemente ella no vea la diferencia entre torturar a un pecador y enseñarle a un niño. Eso sería muy conveniente para tu salud física y la de Percy. ¡Obviamente eso no puede ocurrir!»

«Guau, Harry. Cálmate un poco»—le pidió Harmusp, algo sorprendida ante su exaltación.

—«¡No me pidas que me calme! —le gritó Harry, incluso aunque de todas maneras se estaba calmando gracias a [La Mente del Jugador]. ¡No han pasado ni quince minutos desde que llegué a esta escuela y ya hay un monstruo súper-ultra poderoso en frente de mí!... ¡¿Exactamente cómo quieres que me calme?!»

«Tampoco es para tanto, Harry —le respondió Harmusp, no pareciendo ofendida ante el hecho de que la estaba gritoneando salvajemente—. Moby Dick era una criatura mucho más peligrosa que Alecto y logramos matarlo, ¿recuerdas?»

«Pero a Moby lo matamos metiéndonos dentro de su estómago, y además lo hicimos con ayuda del capitán Ahab —le recordó Harry—. A menos que tú puedas encogerte al tamaño suficiente como para meterte en el estómago de una Furia y tengas a un narval gigantesco guardado en algún lado, contra Alecto no podemos hacer lo mismo»

«De todas maneras, Harry. Alecto no es el monstruo más fuerte de la mitología griega. Sí, es brutalmente sádica, no muere aunque la asesines un millón de veces, goza de echarle a la gente acido en la cara, ama causar conflictos y tiene la suficiente fuerza como para romper concreto como si fuera papel; pero no es el monstruo más fuerte. Hay peores. Mucho pero mucho peores»

«Eso es extremadamente tranquilizador»—le respondió Harry con ironía, antes de regresar a la realidad al ver como Percy parecía estar discutiendo con la «señora Dodds».

—No estoy haciendo nada malo. Solo quiero acompañar a mi primo a su salón de clases. Es su primer día y no sabe ni donde está parado —le dijo Percy de manera airada a la señora Dodds, quien al parecer había insinuado que Percy estaba cometiendo una afrenta grave con la cual podría terminar destruyendo la Academia Yancy por completo.

Tomando en cuenta todo lo que Sally le había dicho acerca del porqué Percy había sido expulsado de sus otras escuelas, Harry pensó que Alecto no estaba exagerando.

—¿Su primo, señor Jackson? —cuestionó Alecto, su voz sonando tan armoniosa como el chillido que hacia un gato al rasguñar una pizarra—. No sabía que tenía un primo estudiando en esta escuela.

Harry Potter y el Juego del DestinoWhere stories live. Discover now