Capítulo 25: Cambios y Revelaciones

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El tiempo pasó de manera negativa.

Harry y Percy siguieron en la cabaña de Hermes. Las actividades continuaron como de costumbre. Todo parecía igual que antes… Pero no lo era.

Por decreto de Quirón, nadie mencionaba al Perro del Infierno, pero Harry tenía la impresión de que todos lo comentaban a sus espaldas. El ataque había asustado a todo el mundo. Durante mucho tiempo, habían confiado en el poder del Pino de Thalía: pensaba que era invencible y que mientras estuvieran en el Campamento Mestizo estarían a salvo. Esa idea se rompió cuando el Perro de Infierno casi se come la cara de Harry.

Además, todavía estaba aquello. «Alguien lo ha invocado», había dicho Quirón. «Alguien del campamento lo ha invocado»

Lo que eso significaba… Harry realmente no quería pensarlo, pero lo hacía a cada instante. Y estaba seguro que no era el único. Un traidor, una manzana podrida que fingía ser de ellos, pero que realmente conspiraba en su contra.

Todos trataban de actuar normales; pero era inevitable que una cierta sensación de pesadez estuviese en el aire. La cabaña 11 estaba constantemente nerviosa, y sus miembros tenían los nervios de punto, como si pensasen que en cualquier momento los monstruos podían invadir el campamento que siempre se había considerado seguro. Las lecciones de pelea además se habían intensificado. Kayla, Clarisse y Luke se habían puesto mucho más intensos, casi olvidando que entrenaban con personas que no estaban a su nivel.

—Vamos a necesitar todo el entrenamiento posible —decían cada vez que alguien les reclamaba. Y luego ordenaban a repetir cincuenta tiros, puñetazos o estocadas de manera respectiva.

Annabeth y Malcom seguían enseñándoles griego por las mañanas, pero ambos parecían distraídos. No contestaban las preguntas de Harry, y cada vez que Percy decía algo tonto Annabeth le reñía como si él acabara de darle una bofetada. Después de las lecciones se marchaba murmurando con duda, como si no supiese lo que pasara y eso fuera lo que más le asustara.

Incluso Clarisse mantenía las distancias, aunque sus ocasionales miradas cargadas de veneno dejaban claro que ni ella ni sus hermanos habían olvidado lo sucedido en el juego de Captura la Bandera.

El ambiente agradable que Harry había vivido había desaparecido, y él se lamentaba a cada instante por ello.

«Todo es culpa de Hades —se decía con rabia—. Si no fuera por él, nada de esto estaría pasando»

Pero a Harry no se le daba bien culpar a los demás, y cada vez que decía eso su corazón interpretaba:

«Todo esto es mi culpa».

Y era tonto porque él mismo sabía que no había una razón válida para ello, pero no podía evitar sentirse así.
Por ello, sentía que debía hacer algo para solucionar el problema que había ocasionado.

«Todavía no soy lo suficientemente fuerte»—se dijo. Apenas y llevaba una semana en el campamento. Ni loco soñaba con irse al Inframundo en las condiciones que estaba—. No puedo lidiar con Hades. Pero, tal vez sí pueda ayudar a calmar a los chicos…»

El problema es que Harry no tenía ni idea de cómo.

«Piensa, Harry, piensa»—se dijo. Pero nada vino a su mente. Pasó una buena parte de su tiempo pensando, hasta que, sin darse cuenta, cayó dormido.

                 ...                 

Su sueño fue simplemente extraño.

Estaba en una playa. Llovía sin control alguno y las olas chocaban con una potencia atronadora. Y en el medio de la playa, había un pavo real, un águila un caballo y una yegua.

Harry Potter y el Juego del DestinoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant