Capítulo 20: Millennials y Hombre-Vaca

1K 73 174
                                    

Sin hacer caso a los gritos de un muy confundido Percy, Harry, sin importarle el hecho de que le faltaba un zapato, se lanzó por la calle a perseguir a la señora Booker.

Viendo eso, la señora Booker le sonrió por un momento y caminó, como indicándole que la siguiera.

De no ser porque sabía que era una Diosa, Harry se habría preguntado cómo era posible que una anciana que caminaba no pudiera ser alcanzada por un niño que corría.

Pero, demasiado concentrado en correr, no dio lugar a ningún pensamiento tonto. Ni siquiera dio lugar a preguntas como: ¿qué hacia la señora Booker ahí? ¿Por qué se le había aparecido así como así? ¿Por qué le hacía señas para que la siguiera y no se detenía a saludarle y darle su usual charla de la cortesía? Y la más importante de todas: ¿por qué no se detuvo a ponerse el zapato que le faltaba antes de correr? (Correr con solo un zapato era horrible)

Tan solo corrió y corrió, persiguiendo a la señora Booker por toda la calle tan rápido como podía sin terminar siendo atropellado por un carro.

No fue hasta que de repente se encontró viéndose bastante lejos de Percy que la señora Booker se detuvo.

Y el lugar donde se había detenido era de lo más peculiar. Era lo que parecía ser un puesto de frutas y tejido híper-actualizado con toda la tecnología y objetos de la cultura popular que se podían encontrar.

«¿Por qué me trajo a este sitio?»—se preguntó Harry con extrañeza. ¿Qué tenía de interesante un puesto de frutas con wi-fi integrado como para que una Diosa lo llevara hacia allí?

Quiso hacerle esa misma pregunta a la señora Booker; pero de repente se encontró a si mismo rodeado de un montón de cintas métricas, y se encontró demasiado sorprendido como para hacerlo.

—Quedate quieto un momento. Debo tomar tus medidas —le dijo una voz infantil.

Y a continuación, Harry se encontró viendo como un montón de hilos salían de la nada y lo alzaban del piso en contra de su voluntad, moviéndolo por los aires como un muñeco de trapo mientras las cintas métricas le tomaban medidas de todas las partes de su cuerpo de una manera bastante invasiva.

«¿Q-que día…?»

—Hmn. Perfecto. Gracias por ser un buen modelo —dijo la misma voz infantil luego de hace unos segundos, los hilos a su alrededor de repente desapareciendo, causando que Harry se cayera de cara al piso.

[-10HP]

«¿Qué está pasando?»—se preguntó Harry con confusión mientras se sobaba su adolorida cara y se levantaba del piso.

—Oh. Esa expresión confundida es tan encantadora —dijo con interés otra voz que sonaba como la de una adolescente—. Debe ser grabada para la posteridad, así que quedate quieto un momento mientras te tomo unas cuantas fotos, ¿vale?

Y a continuación, Harry quedó ciego al ver como de repente a su alrededor surgían cientos de destellos como si toda una tanda de paparazis lo hubieran confundido con una celebridad.

«¡Mis ojos!—se dijo Harry, quitándose las gafas para sobarse sus enceguecidos ojos—. ¡Ahora sé lo que sintió Alecto cuando usé el [Lumos Maxima] sobre ella!»

—Oh, esa expresión de absoluto y total dolor es aún más hermosa —volvió a decir la voz adolescente, sonando igual que si estuviera observando un vestido muy lindo que momentáneamente había llamado su atención—. Vuelve a quedarte quieto. Tengo que tomarte otras mil fotos más.

«¡¿M-mil fotos?!»—pensó Harry con preocupación. ¡Sus ojos no iban a resistir otros mil haces de luz!

Por fortuna, aquella misteriosa adolescente no alcanzó a tomar las fotos que quería.

Harry Potter y el Juego del DestinoWhere stories live. Discover now