Capítulo 03

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Lan SiZhui

Maldijo por lo bajo a sus pulmones culpables de que se viera forzado a alejarse del menor. Con la respiración algo errante y con el carmín adornando sus propias mejillas, con dificultad comenzó a controlar su respiración al mismo tiempo que se esforzaba en tranquilizar a su alterado corazón que saltaba de alegría ante la aún presente sensación de los labios contrarios sobre los suyos. ¿Cómo explicaría la sensación mágica que sentía? Pero lo más importante ¿Cómo explicar el incontrolable calor que tomaba campo en su cuerpo?

Escuchar el suave murmuro del Jin le sorprendió y halagó al mismo tiempo, lentamente levantó la mirada para observar al otro, una amplia sonrisa imposible de borrar de su rostro se dibujó.

- Tú también lo eres, demasiado hermoso - murmuró lo suficientemente bajo para que solo el contrario pudiera oírlo a pesar de que eran los únicos presentes en medio de aquella habitación.

Sentir la mano del chico que tanto le gustaba sobre su rostro hacia aún más mágico e increíble el momento ¿su corazón sería capaz de soportar tanto? El tacto era demasiado suave y lento. Cerró los ojos por unos segundos para así disfrutar el toque que el menor dejaba en su rostro, era maravilloso, podía sentir cómo sus dedos se deslizaban hasta llegar a su cuello y después a su clavícula. Su piel se erizó al instante y sus mejillas se sonrojaron aún más, un bajo suspiro escapó de sus labios aún sin quererlo.

Cuando dejó de sentir los dedos contrarios sobre su piel se dispuso a abrir los ojos encontrándose con los dorados del menor los cuales lo miraban de una manera que jamás imaginó pero tampoco le molestaba. Bajó la mirada al oír su incompleta pregunta, tardó algunos segundos en decidirse aún con el nerviosismo dominarle. Lo siguió hasta el sillón quedando a su lado, se estaba dejando llevar por todos los sentimientos acumulados en su ser.

Jin Ling

Nervios, muchos nervios. Jamás había hecho esto con nadie, pero tampoco se imaginaba haciéndolo con nadie más que no fuera el chico de las túnicas blancas.
Estaba parado mirando hacia el sillón como un idiota, con la cara completamente roja. Parecía que se había olvidado cómo hacer para sentarse.

Imbécil, ¡Reacciona! No vuelvas a arruinarlo se dijo a sí mismo.

Finalmente salió de su letargo y tomando con suavidad la mano del Lan lo instó a que se sentara junto a él. Se movió un par de veces inquieto en el sillón, cambiando de posición intentando elegir cuál era la más cómoda para poder seguir besando al chico a su lado.
Al final se quedó sentado de la misma posición que al principio, y tragando grueso volvió a mirar a SiZhui inclinando su torso hacia él hasta que sus caras estuvieron tan cerca que podía respirar el aire que el otro exhalaba.

Lo besó de nuevo, y se sintió igual de bien que la primera vez. Ahora con más confianza no tardó en volver a usar su lengua, y al sentir al otro corresponderle enseguida, hasta se animó a morder un poquito, atrapando el labio inferior del otro chico entre sus dientes y tironeando de él hacia sí.

Que solo sus bocas estuvieran en contacto ya no se sentía suficiente. Sin romper el beso se sentó en el sillón más cerca de él, hasta que el costado de su pierna estuvo bien pegada a la del Lan.
Posó una de sus manos en la rodilla del chico, y el otro brazo fue a parar al respaldo del sillón en un casi abrazo que seguía sin ser suficiente, pero era mejor que la nada.
El calor creciendo en su cuerpo se hacía cada vez más intenso, sensibilizando su piel que le hormigueaba allí donde se tocara con el cuerpo del otro chico.

El beso siguió creciendo en intensidad, labios, dientes y lenguas en una batalla donde el liderazgo se iba pasando de uno al otro.
Su mano en la rodilla de Lan SiZhui no supo estar quieta, y mientras lo besaba con lentitud fue subiendo la palma por el muslo del otro en una caricia lenta que esperaba se sintiera tan bien para el chico como estaba siendo para él mismo.

Lan SiZhui

Adoraba todo de él, sus discretas caricias, sus besos intensos y suaves, su piel tersa y el sabor de sus labios. No había nada del menor que no le gustara, hasta el más mínimo detalle en él era perfecto y le gustaba de sobremanera.

Las cosas habían pasado tan rápido que no se dio cuenta. Ahora se encontraba besando los labios contrarios en una nueva guerra donde de a ratos se compartían el liderazgo de dominar en aquel beso. Ambos se proclamaban dueños de la boca ajena por el simple hecho de compartir el mismo sentimiento, ya no tenía dudas de eso. Nadie podría corresponder a su beso de la misma manera en la que el chico de túnicas doradas lo hacía y eso le hacía demasiado feliz.

Sin embargo, entre más aumentaba la intensidad del beso también lo hacía el calor de sus cuerpos y el sonrojo de sus rostros. Pequeños y casi inaudibles sonidos salían del roce de sus bocas más ese no era problema, mucho menos que la mano del menor estuviera acariciando su muslo ¡al contrario! se lo agradecía pues su cuerpo no dejaba de pedirle más del contrario y por ello, movió su diestra llevándola al rostro ajeno para acariciarlo deslizando sus dedos con delicadeza como si lo que tocara fuera la joya más hermosa y delicada del mundo. Y es que ¡así era! para él Jin Ling era la mejor de las joyas y debía tratarlo de la mejor manera. Con lentitud sus dedos bajaron hasta su cuello el cual acarició con suavidad, el toque de sus dedos sobre la piel ajena le provocó una especie de electricidad que le recorrió el cuerpo entero, fue bajando de a poco hasta llegar a sus túnicas las cuales lo limitaban a seguir tocando más. Se sintió tentado en abrirlas ¿sería lo correcto? ¿era mucho? Se detuvo de su acción y solo sostuvo la ropa ajena entre sus manos apretándolas.

Viaje a GusuWhere stories live. Discover now