CAPÍTULO V

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—Lady Damaris, ¿y esas ojeras? —preguntó Yew, quien la había acompañado para asistirla en el baile, estudiando su rostro, con ojo crítico—. No ha estado durmiendo bien, ¿no es así? ¿Fue a ver al médico de la mente como me dijo que haría?

—He estado ocupada investigando el incidente del ataque pirata, y haciendo guardia. —se encogió de hombros, levantándose de su asiento, agarrando los papeles para ordenarlos—. Falta poco para que lleguemos a Dria, y quiero enviarle la información que tenemos a Castien. —información que, de hecho, era mínima.

El hombre que habían capturado no habría la boca por nada del mundo, lo que estaba comenzando a amargar a Damaris, pero no podía mostrar aquella amargura hacia las personas con las que viajaba. Solo podía informarle a Castien sobre lo acontecido aquel día y la cantidad de heridos que habían tenido.

La mayoría de sus soldados habían tenido heridas superficiales, por lo que habían vuelto a sus puestos bastante pronto.

—Yew, deja de mirarme así. —dijo Damaris, hincándose para guardar sus papeles en el baúl.

—Sé que no está durmiendo correctamente.

—Tengo guardias en las noches. —contestó, con brevedad, soltando un respiro cansado—. Iré a comer algo. Asegúrate de comer tú también, ¿de acuerdo? —le puso el candado a su baúl, y salió del camarote, sin decir nada más.

Caminó hasta el comedor, masajeando los músculos de su espalda alta.

Posó su mano en la manija de la puerta del comedor, tomando un respiro profundo antes de entrar.

—General Lade. —detuvo su accionar, y volteó a ver a quien la había llamado.

Se encontró con una Scarlet pálida como el mismísimo marfil.

—¿Scar? —frunció el ceño, ante la actitud extraña de la joven.

—General Lade, le juro que no fue mi culpa. Yo estaba con él, se lo juro por los dioses, pero...

—Espera, espera. —la interrumpió, tomándola de los hombros—. ¿Qué ocurre?

La joven soldado tembló, antes de contestar:

—El prisionero se suicidó en su celda. —contestó, tan bajo, que Damaris por un segundo creyó no haberla escuchado, y casi deseó que no lo hubiera hecho.

—¡¿Qué cosa?! —la chica saltó en su sitio, ante el estruendo de su voz.

—¡Se lo juro que no sabemos cómo lo hizo! —saltó a explicarle, nerviosa—. ¡Estuvimos con él todo el tiempo!

Damaris no podía creer lo que estaba escuchando.

¿Cómo era posible que algo así pasara?

Se llevó una mano al rostro, y desvió su camino, en dirección a la celda que había en uno de los niveles más bajos del barco. Escuchaba a Scarlet tras ella, explicándole a detalle lo que había pasado.

—Estábamos haciéndole las preguntas correspondientes, y de un momento a otro, dejó de respondernos. No sabemos qué pudo ser. No sabemos cómo lo hizo. No le hemos dado nada con lo que pudiera hacerlo, y tampoco hay sangre. Perdóneme, General Lade, fue mi culpa... —Damaris suspiró, y volteó a ver a Scarlet, quien casi se choca con ella.

—Scar, ¿por qué crees que fue tu culpa? Estabas haciendo tu trabajo, ¿no es así? —tomó una de sus manos, que estaba congelada—. No estés tan nerviosa. Eres una de mis mejores soldados, ¿de acuerdo? No sé por qué siento que me tienes miedo, pero por favor, no te pongas de esta manera conmigo. No pasará nada.

El Villano de Nuestra HistoriaWhere stories live. Discover now