CAPÍTULO IX

55 8 41
                                    

—¿Qué pasa? —preguntó, con el ceño fruncido.

La mujer volteó a verlo, mirándolo con enfado, y le dio un golpecito en el brazo.

—No vuelvas a dudar de mi capacidad. —le advirtió, amenazante, señalándolo con un dedo.

—Nunca lo hago, pero ¿qué querías que pensara? —Seyn se cruzó de brazos—. Dime, ¿qué es lo que pasa? —la expresión de molestia en el rostro de la mujer desapareció, siendo reemplazado por la inquietud.

—No te va a gustar lo que tengo por decir. —se abrazó a sí misma, algo ansiosa.

—No seas suave conmigo. —Seyn suspiró, con cansancio—. Dime lo que tengas que decir antes de que se vuelva sospechoso tardar tanto.

Loto miró hacia todos lados, deteniendo su mirada en los guardias, y agarró su brazo para alejarse más de ellos.

Murmuró un hechizo, y luego lo miró, mordiéndose el labio.

—No mentí, Seyn. —admitió, con un mohín—. Jamás me había encontrado algo como eso. Si hubieras visto lo que yo... Dios. —se estremeció—. Si te soy sincera, no creo que sea sensato que vea a su médico de la mente, como... ¿nunca más? No me parece que sea seguro.

—¿Pero qué dices? —preguntó, algo asustado ante la expresión afligida en su rostro.

Loto solo sacudió su cabeza, y le dio un suave apretón en el brazo.

—Te enviaré los detalles con Mer. —respondió ella—. Trata de que no se vea mucho tu angustia, ¿de acuerdo? —acarició su mejilla, con su mano libre, y lo miró, con optimismo—. Ella estará bien. Estaré estudiando su caso para saber más de su situación. Sonríe un poco. —ella le regaló una sonrisa, nerviosa, y se alejó de él por el pasillo.

Seyn se quedó en su sitio un momento, y se pasó una mano por el rostro, soltando un respiro, ansioso.

Dio media vuelta, y regresó a la habitación. Damaris y Bastian hablaban animadamente, así que les regaló la sonrisa más brillante que pudo conseguir.

—Gracias por no luchar conmigo y ver a un profesional. —le dio un sonoro beso a Damaris en la cabeza, y ella me dio un golpecito para que se apartara. Seyn lo hizo, pero le costó un poco volver a formar su sonrisa—. Bastian nos hizo el favor de que arreglen el baño para ti. ¿Qué tal si vas, y descansas un poco?

—No me merezco todo lo que han hecho por mí, pero muchas gracias por todo, Su Alteza. —asintió ligeramente hacia el príncipe de Dria—. Me retiraré, entonces. Descansen. —se retiró de la habitación, sin más que decir.

Seyn suspiró, y volteó a ver a Bastian, con una sonrisa.

—Bueno, ¿qué tal si conversamos un poco? Tenemos mucho de lo que ponernos al día. —su amigo sonrió, y se acercó al balcón, para abrir las puertas.

 —su amigo sonrió, y se acercó al balcón, para abrir las puertas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El Villano de Nuestra HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora