CAPÍTULO XVII

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Parpadeó, abriendo los ojos con lentitud, tardándose un poco en lograr enfocar su vista.

Por un segundo, no reconoció dónde se encontraba, hasta que pudo volver a orientarse.

El rostro de Seyn fue lo primero que captó en su campo de visión. El joven príncipe llevaba una venda en un brazo, pero a juzgar por su rostro tranquilo mientras limpiaba sus cuchillos, Mer supo que se encontraba bien.

Mer admiró al joven, con sus cabellos negros sobre sus ojos, que miraban con atención sus cuchillos, y su postura digna de su título por todo el tiempo que pudo.

Pensar en un futuro sin él, se le hacía imposible de imaginar. No podía dejar que nadie le hiciera daño.

Seyn levantó la cabeza, al sentirse observando, ocasionando que sus ojos se encuentren.

—¡Mer! —se levantó de un salto—. Por los dioses, ¿cómo te sientes? —preguntaba, ayudándolo a tomar asiento.

Realmente se sentía completamente dolorido y sediento, pero respondió:

—Podría estar mejor.

—Ten, Loto me dijo que te diera de beber esto. —le tendió un vaso, y Mer lo bebió en un trago.

Se sacudió, y dejó el vaso a un lado.

—¿Qué hora es?

—Uh, debería ser la hora de la cena.

—¿Qué cosa? —preguntó Mer, horrorizado.

¿Cuánto tiempo había estado inconsciente?

—Usaron el mismo veneno que en el barco, así que la severidad de tus heridas era delicada. Loto te mantuvo en un sueño inducido hasta que te encontraras en óptimas condiciones.

—¿Dónde está ella? —preguntó, con el ceño fruncido, mirando a todos lados.

—Ah, se ha estado encargando de las cosas con los chicos. —Seyn se alejó, y luego regresó con una camisa blanca, la cual le tendió—. La otra ya no servía.

—¿Y qué pasó...?

—Hemos estado restaurando lo que podemos. Cambiaré la alfombra y mis espejos.

—Lo siento, debí haberlos ayudado con eso. —dijo, colocándose la camisa, y haciendo una mueca por el malestar.

—No tenías que hacer nada. —Seyn apartó sus manos, y comenzó a abotonar la camisa—. Tu único deber era recuperarte como era debido.

—¿Y tú? —el príncipe enarcó una ceja, confundido—. ¿Cómo estás?

Seyn sonrió, y tomó su mano.

—Podría estar mejor. —se rio.

Castien palpó el regalo de Seyn en sus bolsillos, y buscó al príncipe de Dria con la mirada

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Castien palpó el regalo de Seyn en sus bolsillos, y buscó al príncipe de Dria con la mirada. Una vez que lo encontró, se alejó de su padre sin decir una palabra.

El Villano de Nuestra HistoriaWhere stories live. Discover now