6- Envolturas de colores

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Caminaba tranquilo por aquellas calles, iría a clases y por la tarde de nuevo se encontraría con Hayami. Últimamente sentía que todo lo hacía con este objetivo al final del día, se podía decir que la chica estaba poniendo «color a su vida».

Quería recompensarle de alguna manera, tal vez podría llevarle algún obsequio... ¿pero qué podría gustarle? Nunca habían «hablado» de sus gustos concretamente.

Antes de darse cuenta de cómo había llegado allí ya estaba en una pequeña tienda, miraba de arriba a abajo buscando algo que le podría agradar a la chica, pero estaba indeciso, no sabía con exactitud qué, veía tantas cosas que podrían gustarle, eso hacía aún más difícil todo.

Encendió la pantalla de su móvil viendo la hora, debía apresurarse si quería llegar a tiempo a clases, sus ojos comenzaron a buscar algo, ¡al fin lo encontró!

***

—¡Ashu...! -se escuchó por todo el pasillo.

—¿Estás bien, Hayami? -preguntó Yuzuha al ver a su amiga estornudar de esa manera.

—Sí, estoy bien sólo estornudé, puede ser que alguien me recordó.

—Y puede que yo sepa quién fue el que te recordó —tarareó Yuzuha alejándose con una sonrisa.

—¿Quién? —preguntó mientras sobaba su nariz y seguía a su amiga.

***

Ya sentado en esa banca el de cabellos azules se preguntaba ¿en qué pensaba cuando compró eso para ella?, era algo que cualquiera podría dárselos, o ella misma conseguirlos tal vez, lo más posible es que lo mirara extrañada al intentar darle algo tan tonto... lo mejor sería ocultarlo.

Lo guardó en el bolsillo de su chaqueta y vio como ella ya se acercaba, mientras miraba cada uno de sus pasos mientras caminaba, levantó la mirada y sonrió hacia él, los rayos del sol hacia contraste con sus ojos y los hacía ver de manera clara y cristalina, pero no de una manera linda, sino de una manera en la cual reflejaba tristeza tratando de ser ocultada.

—Hola —saludó sentándose a su lado, sabía que no respondería pero igualmente siempre lo saludaba así.

Hakkai de todas maneras la saludó con la mano y Hayami sacó su ya habitual cuaderno, y escribió:

«¿Cómo estás?»

«Bien, ¿y tú?, te ves un poco mal»

Había notado su semblante un tanto decaído y no como normalmente.

«No pasa nada, sólo acabo de darme cuenta que un examen de dos semanas atrás, que era mío, tuvo notas muy bajas»

«Lo lamento, ¿era uno importante?»

«No lo era, tal vez mamá ni lo note, aún así me humillaron en plena clase, el maestro habló fuerte y claro que la nota más baja era mía»

Hakkai frunció un poco el entrecejo, no debía ser fácil para ella, debía animarla de alguna manera... tal vez el regalo no era tan mala idea en estas circunstancias.

«Anímate, te traje algo»

Ella lo miró, y vio cómo metía una mano a uno de sus bolsillos, lo siguió mirando más curiosa aún, se preguntaba que podía ser.

Al fin Hakkai sacó varios caramelos de diferentes colores, era lo que en su apuro había visto en la tienda, tomando un puñado de ellos para el regalo de la chica, ahora se ponía a pensar que regalar algo tan simple no tenía sentido.

—Son caramelos —dijo ella con una sonrisa al verlos —gracias, es justo lo que necesito para animarme.

De la emoción por ver los coloridos caramelos dijo lo último en voz alta. Hakkai se los entregó y ella quitó la envoltura de uno de ellos, lo guardó en su bolsillo ya que no había un tacho de la basura cerca y llevó el caramelo a su boca, sonrió a labios cerrados y escribió:

«Están deliciosos, gracias, los comeré el resto de la tarde y noche»

«No es nada, son sólo caramelos...»

«Lo que sea en realidad no importa, un regalo representa que esa persona pensó en ti, y lo más probable es que se esforzó en ello.
Además no son sólo caramelos, no los desmerites así, los caramelos son deliciosos»

Le tranquilizaba que ella pensara eso, pensaba que se disgustaría por un regalo así de simple.

Mientras escribían ella seguía comiéndolos mientras guardaba sus envolturas en los bolsillos, él solo la miraba feliz, al parecer había conseguido animarla.

Al igual que siempre, al acercarse ya la noche se despidieron. Hayami dio un par de pasos para luego voltear y volver a ir hacia Hakkai, mientras se acercaba tomó dos de los caramelos que aún tenía y los extendió hacia ella.

—Toma, come tú también, se que fuiste quien me los dio pero de todas maneras tómalos, se siente feo comérmelos todos yo sola.

Hakkai un poco confundido los tomó y ella volvió a ir camino a su casa, esta vez su semblante no era triste como cuando llegó, esta vez era la Hayami alegre de siempre.

***

Llegó a su casa y saludó a su madre, mientras caminaba a su cuarto sintió las envolturas crujiendo en sus bolsillos, debía tirarlas. Fue hacia el basurero y cuando estaba a punto de tirarlos vio que todos eran de doble envoltura, la que estaban sucias era el plástico gris de abajo, arriba había otro de colores, bastante brillante, ese estaba a salvo.

Al verlos brillar contra la luz pensó en algo, comenzó a separarlos y tiro los grises para volver a guardar los de colores, su madre la miraba un tanto extrañada, mas no dijo nada y fingió no percatarse de la situación.

Luego de terminar con eso, tomó un pequeño botellón de vidrio que estaba allí, para después ir hasta su cuarto. Buscó aquella pequeña luz independiente que tenía en un cajón, era como un pequeño foco que con un diminuto interruptor encendía. Metió las envolturas en el botellón junto con el foco, volvió a taparlo todo allí adentro y fue a apagar la luz, viendo así como su idea hacia efecto, ahora su habitación por las noches sería decorada por distintas ondas de colores.

—Lo vez Hakkai, no eran sólo caramelos —dijo para sí misma con una sonrisa.

Un simple gesto podría quedar en el recuerdo de la persona la cual lo recibe, e incluso ser mucho más que eso, siempre y cuando sea a la persona correcta.

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