10- Entre estrellas

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Hayami caminaba con las manos metidas en los bolsillos, en sus auriculares se reproducía una de sus melodías favoritas y ella murmuraba aquella letra, en su espalda se encontraba una pequeña mochila, allí aún traía aquel cuaderno y el bolígrafo, lo más posible era que lo necesitaría. De esa manera caminó hacia el parque.

Hakkai la miraba recostado en uno de los árboles, parecía que venía perdida en sus pensamientos, luego vio los auriculares que traía, probablemente se encontraba sumergida en la música.

Levantó la mirada y al verlo se acercó a él diciendo:

—Hola, creo que llegué un poco tarde, lo siento, estuve en casa ayudando con algunas cosas, ¿nos vamos?

El chico asintió y ambos caminaron, Hayami tomó uno de sus auriculares y dijo:

—¿Lo escuchamos juntos?, no se si te guste mi estilo de música pero puedes intentarlo.

Hakkai lo tomó y se lo llevó a los oídos, ella rió levemente al ver cómo el cable se estiraba más debido a su altura.

Caminaron hasta llegar a la costa, pronto oscurecería, aún así a lo lejos todavía se veía el sol que estaba a punto de ocultarse.

—Que hermoso... Ven, vamos a verlo de cerca.

Hizo una seña con su mano y ambos se acercaron hacia el borde del mar, comenzaron a caminar por allí en silencio mientras miraban la maravillosa vista que ofrecían los rayos del sol en los reflejos del agua de mar.

—Será aún más hermoso cuando sea de noche, las estrellas estarán por doquier.

Caminaron por toda la costa, ambos estaban algo cansados así que fueron hasta unas piedras que se encontraban allí a sentarse y mirar desde allí

—Hablemos un poco mientras esperamos la noche —dijo mientras tomaba el cuaderno y el bolígrafo, aunque esto último no lo encontró, sólo estaba el cuaderno —No, no, no —comenzó a negar mientras daba la vuelta para abajo a la mochila.

—No puede ser —susurró mientras seguía rebuscándose y Hakkai la miraba con curiosidad —no lo traje, entre tanto apuro no traje un solo bolígrafo —se lamentó.

—Déjalo, no importa.

Sintió una punzada justo en el centro del estómago, era señal de su emoción, no había nadie más junto a ellos y no había sido ella quien había hablado, entonces...

—Hakkai... tú hablaste... tú... ¡Tú me hablaste! —exclamó mientras saltó hacia él abrazándolo por el cuello debido a la emoción, luego volvió a alejarse, no quería incomodarlo —lo siento pero... Al fin me hablas.

El de cabellos azulados sólo sonrió al ver su emoción, parecía en realidad feliz de haberlo escuchado hablar.

—Crei que nunca dirías nada, incluso me había puesto a calcular cuántos cuadernos utilizaríamos al año.

—¿Pe-pero por qué hiciste eso?

—¿Recuerdas la tarde en la que no nos vimos?, estaba aburrida así que lo calculé en mi cabeza.

Volvió a reír por lo que había dicho —Ya no tendrás que comprar tantos cuadernos entonces.

—Nunca pensé en comprarlos, usaría las hojas restantes de los cuadernos escolares —se encogió de hombros.

—¿Hablas enserio?

—No, no lo hago —sonrió —sólo estaba jugando, nuestras notas son especiales cómo para tenerlas así a la ligera.

Ambos agarraron un tono carmín en las mejillas, ninguno de los dos pudo percibirlo debido a que se confundía con el rojo del atardecer.

Pronto llegó la noche que ambos esperaban, el cielo ahora era estrellado, ambos miraban cada una de las estrellas, eran felices con la simple compañía del otro.

—Se parece a un trébol —dijo la fémina señalando un lugar en el cielo.

—Y eso a un perro —respondió el chico señalando el lugar contrario.

—Y eso a una flor.

—Pero si ni siquiera tiene forma, la que está allá es mejor, se parece a un pez.

—Tampoco tiene mucha forma que digamos.

Se miraron y sonrieron ante lo último. Ambos siguieron buscando alguna figura con que contrarrestar al otro, en un momento ambos apuntaron al mismo sitio diciendo:

—¡Allá!, ¡tiene la forma de un corazón!

El silencio los invadió a ambos, se preguntaban si en verdad estaban compitiendo por encontrar una figura entre las estrellas, pronto ambos rieron al mismo tiempo. No podían pedir nada más en ese momento, lo más seguro es que era uno de los momentos más felices en la vida de ambos, monótono, pero al mismo tiempo enormemente significativo.

 No podían pedir nada más en ese momento, lo más seguro es que era uno de los momentos más felices en la vida de ambos, monótono, pero al mismo tiempo enormemente significativo

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