20- Entre nieve

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Llegaron hasta su casa y buscó los objetos de primeros auxilios, comenzó primero por Yuzuha. Al terminar de curar todas sus heridas, se veía cansada, y era de esperarse, todo lo que había sucedido era demasiado para sólo una noche —Ven, te llevaré a tu cuarto, debes descansar y mañana iremos al templo a festejar para olvidar todo esto —dijo llevándola a su cuarto.

Ya al regresar fue por Hakkai, pero el la detuvo cuando intentó curarlo, tomó el algodón que iba a utilizar para limpiar los rasguños y comenzó a atender primero la herida que ella tenía en el brazo, mientras eso ambos no decían nada, Hayami aún no sabía por donde empezar, y al parecer Hakkai tampoco.

—Esta vez fue yo quien te dañó, lo siento —se disculpó al fin.

—Por eso no debes preocuparte, eso no me importa mucho, como ya te dije no fue nada grave. Pero lo de Yuzuha no lo esperaba — vio como Hakkai bajó la mirada —pero tampoco te culpo a ti ahora, estaba muy enfadada allá contigo, pero camino aquí lo estuve pensando mejor. Fueron las circunstancias, es eso lo que pasó. De todas maneras no logro imaginar lo que debieron pasar ambos y qué fue lo que los llevó a tomar decisiones así a ambos como someterse ante Taiju, pero en el momento supongo que lo vieron como la mejor opción. Ahora solamente queda curar las heridas.

Hakkai la miró y aún tenía rastros de lágrimas en el rostro. También comenzó a curar las heridas que tenía en todo el cuerpo, a pesar de la situación seguía avergonzándola tener que verlo sin camiseta, curó todas sus heridas y dijo: —Ahora estás mejor, ve a vestirte con algo.

Todo el tiempo había  estado así pero no se había dado cuenta, sus mejillas se tiñeron de rojo —S-sí —asintió caminando hacia su habitación.

Salió ya con otra ropa y salieron de la casa, aún hacía frío, después de todo seguía nevando —¿A donde vamos? —preguntó Hakkai.

—No lo sé, en el parque debe hacer también frío.

—Tendremos frío en cualquier lugar, vayamos igual.

Hayami sonrió y ambos caminaron hacia allá, la nieve seguía cayendo pero con menor intensidad. Llegaron y se sentaron en la banca, la misma banca de siempre —¿No crees que es especial? —preguntó la chica refiriéndose a la banca.

—Lo es, siempre estamos aquí, te conocí aquí.

—Sí... —susurró metiendo una mano dentro de su chaqueta —tengo tu regalo de navidad —anunció entregándoselo —no es la gran cosa, pero espero que te guste.

Abrió la envoltura encontrándose con la azul bufanda, sonrió hacia Hayami por ello —Es perfecta para este frío, gracias Hayami.

No supo si fue por el frío o por la emoción pero sus mejillas se sonrojaron —Te la pondré —dijo levantándose.

Enredó la bufanda a su cuello dejando ambos extremos hacia en frente, cuando terminó se encontró con sus azules ojos mirándola —Está listo —se alejó un paso.

—Yo también te traje algo —dijo entregándole algo dentro de una envoltura de la misma manera.

Abrió la envoltura encontrándose con una gorra de un color rosado oscuro, sonrió mientras la miraba —Me gusta, gracias Hakkai.

El hizo lo mismo que ella había hecho con él, se puso de pie quedando frente a ella y puso el gorro en la cabeza de la contraria, luego de terminar no pudo evitar acariciar una de sus mejillas —Tienes frío.

—No te preocupes, es normal por el ambiente.

Ambos se volvieron a sentar, ambos tenían un nudo en la garganta, querían decirlo, había algo que querían decirse el uno al otro. ¿Pero por dónde empezar?, ninguno de los dos lo sabía, su silencio era cómplice, esperaba que alguno de los dos dijera algo pero ninguno lo hacía.

Agitaban uno de sus brazos atrás de la banca, lo hacían solo por aburrimiento, o tal vez porque estaban intentando que su nerviosismo se fuera de esa manera. Pero sólo aumentó para ambos cuando sus manos se encontraron y Hakkai entrelazó sus dedos con los suyos.

Ambas miradas seguían hacia enfrente, ninguno de los dos se atrevía a mirarse. Su tacto se sentía cálido y agradable. Sintió como Hayami recostó su cabeza en su hombro, trajo sus brazos hacia enfrente y miraron su agarre; les hubiera gustado capturar ese momento, y lo hicieron en sus corazones. Sintió como Hakkai volteó un poco hacia ella y acarició su mejilla. Sus miradas se encontraron, era el momento, uno de los dos tenía que hablar.

—«Hakkai» — «Hayami»— se llamarón al mismo tiempo para luego reír con nerviosismo.

—Si te dijera algo y a ti no te gustara lo que diré, ¿podrías olvidarlo para mañana? —preguntó Hayami a lo que Hakkai asintió.

—Tú... tú... —sintió ese nudo en la garganta aumentar, tenía miedo de lo que diría. Pero ya no había vuelta atrás —¡tú me gustas! —exclamó al final, lo que pasaría después podría ser malo o bueno. Si hace como un mes atrás alguien le hubiera dicho que se estaría confesando al hermano de su amiga jamás lo hubiera creído, pero ahí estaban.

Hakkai sintió miles de fuegos artificiales en su interior, lo había escuchado, ella lo había dicho, eso significaba que sus sentimientos eran correspondidos, ahora podía decírselo sin miedo a que sea unilateral. Podía decirle cuánto la quería y de como era única a sus ojos.

Estaba a nada de arrepentirse de lo que había dicho, Hakkai no decía nada y eso la preocupaba, significaba que ella era la única que se enamoró y la que terminaría con el corazón roto... —Yo también te quiero, me gustas, Hayami —lo escuchó decir al fin.

Sintió cómo su corazón dejó de latir, lo miró aún sin creerlo, poco a poco una sonrisa fue formándose en sus labios. Ambos se acercaron lentamente el uno al otro y hicieron que sus labios se encontrarán en un suave beso; lindo pero al mismo tiempo tímido.

Se alejaron con un rojo en sus mejillas —Quiero que seas mi novia —pidió luego de esto.

Hayami quería intentar disimular su sonrisa pero era imposible, si antes sentía mariposas en el estómago ahora sentía dragones. Lo abrazó mientras asentía con la cabeza — Sí, por supuesto que lo seré —rió con emoción, abrazándolo.

—¿En año nuevo iremos juntos al templo? —preguntó abrazándola también.

—Sí, iremos juntos, será el comienzo de un nuevo año y una nueva vida.

Sonrió —¿Te llevo a casa? —preguntó mirándola.

—Sí, vamos —sonrió —mi madre querrá saber a dónde fui.

Ambos caminaron con los dedos aún entrelazados, de vez en cuando miraban hacia los costados con la intención de que el contrario no viera como sonreían.

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