CAPITULO 23

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Que dos y dos sean necesariamente cuatro, es una opinión que muchos compartimos. Pero si alguien sinceramente piensa otra cosa, que lo diga. Aquí no nos asombramos de nada.

    ANTONIO MACHADO

    13 de junio de 1916

    —Voy a soltarte.

    —No, espera un poco... No estoy segura de poder hacerlo —musitó Camila abrazándose con fuerza al cuello de Lauren mientras miraba aterrorizada el duro suelo del gabinete. Ese que el capitán había mandado forrar con las alfombras turcas más mullidas.

    —Claro que puedes. Estás de pie por ti misma, yo apenas te sostengo —afirmó Lauren abriendo las manos con las que sujetaba su cintura.

    —¡No me sueltes! —exclamó con un deje de histeria en la voz.

    —Camila, aunque te soltara no te caerías, estás enganchada con tanta fuerza a mi cuello que vas a acabar por rompérmelo... —Frotó su nariz contra la de ella para a continuación darle un casto beso en la mejilla.

    Frente a ellos, Addaia emitió una pícara risita, mientras que Isembard, fiel a su costumbre, carraspeó con fuerza.

    —Lo siento... —musitó Camila sin aflojar su agarre.

    —¿Preparada?

    —¡No!

    —Vamos a ello... —Y apartó las manos de su cintura—. Ya está, tranquila —susurró en su oído a la vez que le acariciaba el pelo con la nariz—. Sigues de pie tal y como te dije que harías. ¿Ves como siempre tengo razón?

    —No seas petulante —dijo ella entre dientes, haciéndole reír.

    —Ahora vas a soltarme muy despacio —murmuró Lauren, mirando a Isembard. Este se apresuró a colocarse tras Camila para sostenerla en caso de que perdiera el equilibrio.

    —No lo haré. No puedes obligarme. No tienes derecho a...

    —Shh. Pon esa espalda bien recta —le ordenó con cariño no exento de severidad mientras llevaba la mano a la nuca para tomar los engarfiados dedos de Camila—. No tengas miedo, tu pierna izquierda es muy fuerte, puedes sostenerte en ella —murmuró obligándola a soltarse.

    —Te odio —siseó ella aferrándose con fuerza a su fornido antebrazo izquierdo.

    —Yo también te quiero —susurró Lauren—. Ahora dame la otra mano... vamos, tienes que apartarte y echar a andar. Lo prometiste.

    —Las promesas están para romperlas.

    —Las tuyas no —afirmó inflexible—. Te sueltas o te suelto... —Llevó la mano que le quedaba libre a la nuca mientras Isembard y Addaia los observaban en un expectante silencio.

    —Te aborrezco. —Camila le soltó con rapidez el cuello para acto seguido engarfiar los dedos alrededor de su antebrazo derecho.

    —Muy bien... ahora voy a dar un paso atrás. —Se apartó de ella apenas unos centímetros.

    Todos contuvieron la respiración, atentos a la joven que se mantenía de pie en mitad del gabinete, sus manos firmemente ancladas a los antebrazos de una mujer que parecía iba a conseguir lo imposible.

    —No mires el suelo, mírame a mí. —Camila negó con la cabeza—. Tengo unos ojos muy bonitos, ¿de verdad que no quieres mirarme? No sabes lo que te estás perdiendo —bromeó Lauren manteniendo los brazos en un firme ángulo recto para que se sostuviera en ellos.

Amanecer Contigo, Camren G'PWhere stories live. Discover now