CAPITULO 25

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 No necesitamos continentes nuevos, sino personas nuevas.

    JULIO VERNE,
Veinte mil leguas de viaje submarino

    25 de junio de 1916

    — Yergue esa espalda y da media vuelta, carbonera —siseó Enoc en voz baja situándose a su lado—. Si sigues despidiéndote de Camila con esa cara de absoluto sufrimiento acabarás por convertirte en el bufón del viaje —le increpó dándole un disimulado empujón.

    Lauren aferró con fuerza su petate y, tras echar una última mirada al muelle y a las personas, a Camila, que desde allí le despedían, giró sobre sus talones y siguió a Enoc a través de la cubierta principal del
Tierra Umbría.

Pasó junto a aguerridos marineros vestidos de faena que no se molestaron en ocultar sus despectivos comentarios, todos los cuales versaban sobre la presencia en el barco de la señoritinga nieta del capitán Jauregui.

    —¿Saben que soy la nieta bastarda del capitán? —preguntó perpleja a Enoc.

    —Sí.

    —¿Cómo pueden saberlo?

    —El capitán cursó tu contrato a nombre de Lauren Jauregui, cuando lo entregué al oficial administrativo este me preguntó si tenías alguna relación con el capitán Jauregui, y yo le dije que sí —respondió Enoc encogiéndose de hombros.

    —¿Por qué hizo eso? —jadeó Lauren mirando a su alrededor; cada vez eran más los marineros que se detenían para mirarle. La jugada del capitán iba a darle muchos problemas—. ¡Mi apellido es Bassols! No tiene derecho a cambiarlo a su antojo. Además, se supone que nadie debería saber que soy la bastarda de Michael —gimió turbada. ¿A qué demonios estaba jugando el viejo?

    —Lauren Jauregui Bassols, ese es tu nombre a partir de ahora, acostúmbrate a él —dijo Enoc por toda respuesta.

    Lauren negó con la cabeza, dispuesta a seguir discutiendo, pero tuvo que interrumpirse debido a la llegada de uno de los oficiales, o al menos eso supuso al ver su uniforme.

    —Menuda pipiola me ha traído, señor Abad —comentó el hombre entrado en años, de barba cana, calva brillante y manos grasientas, las cuales se limpiaba, con escaso resultado, en un trapo aún más grasiento—. ¿Cree que servirá para algo?

    —Hará su trabajo, señor Zulueta —replicó Enoc sin pararse.

    —Si usted lo dice... —El hombre miró a Lauren de arriba abajo—. Cámbiate de ropa cuando bajes al infierno, nietecita del capitán, no me gustaría que se manchara tu pulcro traje —le dijo con desprecio a Lauren—. El turno del novato comienza en una hora, procure que no llegue demasiado pronto, señor Abad, no me hago responsable de lo que le pueda pasar en el entrepuente si se encuentra con mis chicos —indicó sacudiendo la cabeza a modo de despedida.

    —¿A qué ha venido eso? —inquirió Isembard observando sorprendido al anciano.

    —Es una advertencia —explicó Enoc dirigiéndose a Lauren—. La tripulación de máquinas no suele aceptar a los nuevos sin protestar, más aún si estos vienen recomendados. Te conviene esperar a que la sirena del turno haya sonado y todos los operarios de las calderas estén inmersos en su trabajo. Es la única manera de que no te estén esperando en el entrepuente.

    —¿Me está diciendo que debo llegar tarde mi primer día de trabajo? — Lauren le observó perpleja—. Me ganaré una bronca.

    —Mejor una bronca que una paliza. —Enoc se encogió de hombros y sacó un maltrecho cigarrillo del bolsillo de su chaleco—. Por cierto, el señor Zulueta es el segundo oficial del infierno, te interesa lamerle bien el culo si no quieres que tus turnos se junten unos con otros.

Amanecer Contigo, Camren G'PWhere stories live. Discover now