17. Gabriel

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GABRIEL

Es la mañana del lunes, tercera semana con ellos y hoy iniciaré los entrenamientos de fuerza con mi equipo. Me he pasado noches enteras planeando entrenamientos rápidos y eficaces para mejorar y el progreso ha sido bueno.

Todo bien a excepción de la rubia fastidiosa que a pesar de rendir en los entrenamientos suele retarme en cada momento. Me mira mal y fastidia mi estancia en este lugar. Lo que más odio es que siempre está en mi cabeza, es como si incluso en mis pensamientos me fastidiara.

Camino por los pasillos arrastrando algunas máquinas y pesas para llevar al patio y que todos puedan entrenar.

—Buenos días —me saludo el ruso, siempre lo hace, aunque yo nunca le devuelva el saludo. De algún modo creo que este sujeto espera que yo cambie y en algún momento lo salude de vuelta «Se quedará esperando».

—Tu falta de educación es bastante grande —me molesta la pelirroja mientras me ayuda tomando unas pesas.

—Solo no quiero hablar —le contesté y después me pregunté porque le estaba dando explicaciones. Tal vez se debía al hecho de que, aunque soy un imbécil mandón con todos, ella no me lame las suelas ni tampoco me reta, solo está ahí para obedecer con eficacia lo que le pido.

No se lo diría, pero ella es quien menos me desagrada en este lugar.

Dejé todo lo que llevaba en el césped del patio y volví a la casa para traer unas bandas elásticas. Pero entonces escuché a la rubia hablando con alguien.

—Me alegra que todo esté bien en Manchester —habla con alguien por el teléfono pegado en la pared—. Prometo que algún día te visitaré Riven. Tengo que conocer a la chica de la que tanto hablas —colgó el teléfono en la pared y quise ignorarla, pero las palabras salieron de mi boca:

—No deberías prometer cosas que no estás segura de cumplir —ella volteó a verme y juro que creí que me golpearía en ese momento.

—¿Me estabas escuchando? Eres un entrometido.

—Pues hablas durísimo. Yo solamente pasaba por aquí —me defendí, no la dejaría creer que le prestó atención.

—Entonces no te metas en lo que no te importa —paso rápido adelantándose en el pasillo y apreté los puños «Ya no le daría más relevancia», había estado prestándole más atención de lo que se la doy a un insecto, ya no más.

Inicie el entrenamiento poniéndolos a ejercitarse con las bandas para que fueran calentando sus brazos. Todos le meten empeño y es algo que me gusta destacar de mi equipo. Cuando el híbrido me buscó para hacer parte de esto no tenía ni un gramo de fe en estar dentro de un buen equipo, sin embargo, me he equivocado porque, aunque no son ni de lejos los mejores lo intentan y eso está... Bien, supongo.

—Empiecen los ejercicios con las pesas —les expliqué como hacerlo y me entendieron fácil. No se deben forzar a levantar más peso del que pueden o eso los lastimaría. Se mejor que nadie que forzarse a levantar más peso del que debes no acaba bien.

Cuando tenía nueve años entrenaba con los miembros de la resiliencia, ellos no eran amables, pero a mí me gustaba impresionarlos y aunque no obligaban a los niños a ejecutar cosas que no podían yo si me obligaba. Era tanta mi necesidad por destacar y ser alguien importante que me forcé a levantar más peso del que debía. Eso acabó con mi brazo roto. Fue un dolor intenso y una de las sanadoras del rey tuvo que verme, ya que casi me quedó sin miembro. Fue la peor de mis vergüenzas en mi infancia.

Matar y Sobrevivir [Dueto Destructores #1]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora