Matar y Sobrevivir [Dueto Destructores #1]

34. Anabella

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ANABELLA

Estoy tan confundida, jodidamente confundida.

Primero tengo esto de la pista, no entendí como se supone que es una pista «¿Acaso no debería llevarme al tesoro?».

Al menos no todos aquí piensan tan mal como yo, Daniel fue inteligente y sugirió investigar de donde proviene ese tipo de piedras. El problema vino cuando Lucien dijo que nunca se había registrado una piedra de ese tipo, sería un gran descubrimiento de no ser porque presiento de donde viene.

—Podría ser de donde provienen los destructores de mundo, una señal tal vez —intente darme a entender con el equipo.

—O puede que la pista nos esté indicando que el tesoro proviene de aquel lugar, que en dónde se encuentra el tesoro es tu hogar —sugiere Yionne.

—Eso sería una trampa —la contrarresta Lucille—. Su objetivo es tener de vuelta a Anabella, si la llevas allí justo le estás dando lo que quiere.

—¿Y si realmente esa es la verdad? Que esas pistas conduzcan a mi verdadero destino, a ese lugar digo, podría ser la verdad —me desánimo, realmente todo mi esfuerzo estos meses por mantener en pie para salvarme podrían ser en vano.

—Lo sabremos con la próxima pista —Vad me habla con una sonrisa cálida en su rostro—. No te desanimes Bell, de cualquier modo, yo lucharía si es una trampa, no dejaría que te llevarán a ningún lado que no quieras. Incluso si eso significa morir —pasea su mano con delicadeza por mi espalda, pero al escuchar sus palabras, al procesarlas «Él moriría por mí» me doy la vuelta y lo abrazo, lo abrazo hasta casi para asfixiarlo.

—Te quiero Vad, te quiero mucho —le hablo suavemente, solo para ambos—. Gracias por eso, gracias por ser mi amigo.

—Gracias por ser mi amiga —me habla igual de suave dejando un beso en mi frente.

—Ya dejen de demostrar su amor que me dan ganas de vomitar —nos interrumpe Lucille sacándome una sonrisa.

—Bangkok es el próximo destino, dejen de perder el tiempo —habla severamente Lucien. Lo observó con atención, pero el me ignora concentrando su mirada en Vad, si pudiera expulsar fuego por sus ojos Vad estaría ardiendo en este preciso momento.

Lucien me alzo, me grito que nunca me rindiera, pero ahora ha vuelto a lo mismo de antes. Supongo que es un avance que ya no manipule mis emociones. De igual manera no lo necesita, ya no quiero estar cerca de él.

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La rutina es la misma, sólo que está vez no vamos a las vegas, vamos a Bangkok y usaremos la misma estrategia. Aunque en este caso yo no seré quien distraiga, alguien del grupo me excluyó de esa parte, y por alguien me refiero al insufrible de Lucien.

Mi mente quedo en blanco desde que el me salvo de rendirme, no sé qué paso después de eso hasta que desperté con todos a mi alrededor, y él está resentido conmigo desde entonces.

Todo son problemas con él.

Maldito.

Lo detesto.

—¿Me peinas? —le preguntó a Yionne.

—Claro —me siento en la esquina de la cama del hotel en el que nos estamos hospedando mientras ella me hace una trenza que me ayudara a no quedar calva si me intentan agarrar por el cabello.

Podría parecer que voy a un funeral con toda esta ropa negra, pantalones, blusa, chaqueta y pasamontañas negro «Aunque ese no lo traigo puesto». Pero es una medida de seguridad, prácticamente el negro ayuda a camuflar entre las sombras.